Fútbol
Los fallos de Iker el humano: de salvador constante a especialista esporádico
Noticia en el Bernabéu. Casillas es humano. Muchos creían lo contrario. Eterno y perpetuo, sus épicas paradas son narradas más que cualquier jugada merengue. Con Pellegrini llegó la paradoja. El Real Madrid defienden mejor. Iker tiene que intervenir menos. Por eso parece peor portero. Sus actuaciones son ahora esporádicas. Le cuesta coger ritmo. Se siente aislado. La pifia. El sábado jugó su peor partido en mucho tiempo. Noticia en el Bernabéu. El Santo falla.
El huracán post-Sevilla todavía deja vientos de satisfacción en Concha Espina. Remontada y líderes. Machada a la madridista. Sin embargo, el rumor de la tormenta perfecta, de la histórica ciclogénesis explosiva merengue escondió el eclipse de ideas que afectó al mejor portero del mundo.
Dos balones tontos, dos despistes del cancerbero blanco y dos goles. Música de viento contra el de Móstoles. Algunos se atrevieron a silbarle. Luego llegó el resto. Goles, testosterona y éxtasis. Apareció la amnesia. Nadie se acuerda ya de los desatinos de Casillas. Él sí.
Es obsesivo con su trabajo, sincero hasta desesperar. "Todos somos humanos y fallamos. He tenido un bajón". Humildad made in Iker. La frase, sin embargo, no es de los últimos días.
Hedonismo en la cabeza, alas rendidas
Noviembre de 2008 fue el mes de la sinceridad. El segundo internacional con más partidos en España reconoció que el éxito se le subió a la cabeza y que bajó las alas. Entonces volaba menos. Abandonó el pedestal del portero perfecto para ser sólo un arquero genial.
Aquello era diferente. Ahora los fallos no llegan por su mea culpa. Proceden de fuera. No es que el sistema defensivo merengue sea anti-Casillas. No. Pero sí es cierto que le perjudica. El Real Madrid ha achicado espacios y los rivales se ahogan en las orillas de la portería blanca. Llegan menos, disparan menos, golean menos.
Por eso el reto para Iker es mucho mayor. Lo suyo siempre ha sido un frenesí incandescente. Una y otra y otra y otra, las llegadas a su portería se sucedían sin parar en las últimas temporadas.
Así ha sido siempre el Real Madrid. Boxeador confiado, sus combates los suele ganar por pegada, tras bajar la guardia. Intercambio de golpes en los que Iker era fundamental. Lo paraba todo.
Ahora no. Interviene menos. Entre parada y parada pasa mucho más tiempo. Se enfría. Su mente desconecta y le cuesta recuperar el ritmo cuando los rivales le vuelven a atacar. Sólo así se puede explicar la actuación de portero juvenil con la que defraudó al Bernabéu en la última jornada.
De salvador constante a especialista esporádico
No pasará a mayores. Casillas ha salvado en tantas ocasiones al Real Madrid que su margen de confianza en las gradas de Chamartín le protegen hasta su jubilación real (la de los 67 años y no la que todo futbolista). Además, el público confía en su solvencia. Seguirá deleitando al mundo entero con paradas imposibles.
Sólo cambia el concepto y el reto: adaptarse a un buen equipo defensivo. Pasar de salvador constante a especialista esporádico. Nadie duda de que lo hará, aunque por el camino vuelva a desprenderse de algunos fallos que nos recuerden a todos lo que parece imposible. Casillas es humano.