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La incultura financiera afianza la crisis

  • ¿Qué es un prebanco y cómo se puede aprender finanzas con una moneda virtual?


Hoy se han hecho públicos los resultados del informe PISA sobre los conocimientos financieros de los alumnos españoles. Uno tras otro, estos informes elaborados por la OCDE nos recuerdan que en temas de educación y formación, a España todavía le queda mucho por hacer para poder salir de las últimas posiciones en las que se encuentra. Y todo, a pesar de los intentos de mejorar el sistema con una reforma educativa tras otra.

Asumámoslo: la cultura financiera de nuestros jóvenes sobrevuela a duras penas los mínimos básicos en comparación con los de la media de los países de la OCDE. Si los estudiantes españoles tienen problemas con las asignaturas habituales en las aulas, no debe sorprendernos que suspendan en conocimientos financieros, un área que no tiene asignatura propia en los colegios y cuyos conceptos principales solamente cuentan con una mención en un capítulo del libro de matemáticas.

Un dato inquietante: nuestros jóvenes manejan anualmente 11.000 millones de euros sin tener nociones financieras básicas de cómo gestionarlos. No comprenden el valor del dinero porque no lo ganan, sus padres les facilitan al máximo la vida económica sin exigirles nada a cambio para que "no tengan que sufrir tanto como ellos" o porque su estatus social se lo permite. Asusta pensar que serán ellos los que tomen las decisiones de inversión y tengan que evitar situaciones alarmantes como el sobreendeudamiento de la sociedad.

¿Pero debería la educación financiera formar parte del expediente académico de los alumnos de una forma convencional? Las evidencias demuestran que hay conocimientos que se adquieren mejor de forma transversal, y sin un temario concreto en las aulas. Y esto no es más que la consecuencia de que, dentro de ellas, aprendemos, y fuera de ellas, practicamos y asimilamos.

Asimismo, deberíamos plantearnos desmonopolizar la oferta financiera, porque resulta evidente para todos los actores implicados en el proceso que es poco creíble una iniciativa en la que un solo protagonista confecciona, asesora, educa y vende? ¿Es operativo que la cultura financiera sea ofrecida e impartida por la Administración y el sector bancario? Por eso se convierte en fundamental acoger y potenciar iniciativas objetivas y prácticas en las que el futuro decisor puede aprender haciendo.

Aprender en un entorno simulado y seguro

Ahí es donde entra en juego el denominado "aprendizaje invisible" y el aprovechamiento de las herramientas que los nuevos tiempos ofrecen al sistema educativo. Nuestros jóvenes son nativos y dueños de las nuevas tecnologías e Internet, un mundo tan caótico como rico en posibilidades y prometedor. Si las nuevas tecnologías son el principal entretenimiento de nuestros jóvenes ¿por qué no adaptar los métodos de aprendizaje a los tiempos que viven e incluirlas en el nuevo ecosistema educativo?

No se trata solo de dotar las aulas o los hogares con dispositivos electrónicos, algo que debería estar ya más que implementado y ser sólo parte de debates caducos. Tampoco se trata de usar esos dispositivos única y exclusivamente como herramientas para la enseñanza de los temarios de siempre, es decir, como meros sustitutos de una pizarra, una calculadora o un libro. Se trata de aprovechar la dinámica de uso que hacen nuestros jóvenes de las nuevas tecnologías.

Si utilizan las redes sociales para comunicarse, usémoslas como canal de aprendizaje; si están de moda las aplicaciones móviles, usémoslas con fines educativos. Si además lo hacemos a través de fórmulas de gamificación, les motivaremos y conseguiremos que adquieran conocimientos en un entorno dinámico y divertido, que les haga aprender casi sin darse cuenta de ello.

Consigamos que se movilicen proponiéndoles aprender "haciendo" en su propio entorno y con sus propias herramientas. Gracias a la web, la simulación y la gamificación, aprender puede ser más fácil. No hay más que ver el éxito que han cosechado las monedas virtuales como el KEE y su prebanco entre los adolescentes, moneda que pueden usar para adquirir bienes y servicios reales y gestionar como si se tratara de una cuenta bancaria, pero en un entorno de simulación seguro y que sólo pueden conseguir si superan retos intelectuales, físicos, de habilidades... ¿Por qué no aprovechar estas herramientas e integrarlas en el sistema educativo?

Es urgente que nos esmeremos en ofrecer a los jóvenes una educación financiera objetiva y práctica, efectiva, coordinada y adaptada al siglo XXI. Si no, corremos el riesgo de vivir en permanente estado de crisis.

Raúl de la Cruz Linacero, consejero delegado de Keepunto.com