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La crisis de Eurostar



    Eurostar es el servicio de tren de alta velocidad entre Londres, París y Bruselas. Fue en su día una inmensa obra de ingeniería que precisó la construcción de un túnel bajo el Canal de La Mancha.

    El Eurotúnel, como se conoce esta increíble infraestructura, tiene una longitud de unos 50 kilómetros, 39 de los cuales transcurren por el fondo marino a una profundidad de unos 40 metros bajo el subsuelo. En realidad se trata de dos túneles principales, de unos ocho metros de diámetro, unidos cada 375 metros a un túnel de servicio de unos 5 metros de diámetro.

    La financiación de la infraestructura corrió a cargo de varias sociedades financieras privadas que lograron una concesión de los Gobiernos inglés y francés hasta 2052. Una inversión superior a los 16.000 millones de euros, a lo que se añadieron numerosos problemas de gestión por las dificultades de coordinación entre los diversos contratistas. El túnel se abrió en mayo de 1994 después de casi 10 años de proyecto.

    La operación tampoco ha estado exenta de problemas. Los incendios de 1996, 2006 y 2008 causaron bastante pánico y, aunque en realidad no hubo daños personales, a veces se pensó que el proyecto podría acabar sin pasajeros. Los trenes, por su parte, fueron construidos por Alstom. Se trata de unidades de alta velocidad que circulan en superficie a unos 300 kilómetros por hora. La velocidad en el túnel se reduce considerablemente hasta los 140 kilómetros por hora.

    En lo económico, las expectativas no han dado los resultados esperados; ya que la demanda ha sido mucho menor de la esperada. En principio, los cálculos se hicieron en base a 30 millones de pasajeros anuales y 15 millones de toneladas de mercancías, y la realidad es que los viajeros son del orden de cuatro veces menos y las mercancías incluso en valores de ocho a diez veces menores. Aún así, se trata de una instalación atractiva financieramente.

    Con este preámbulo, la sociedad se encuentra ahora en una nueva situación debido a la decisión del Reino Unido de vender su 40% de participación en Eurostar. Los franceses, a través de la sociedad pública SNCF, ostentan el 55%. El 5% restante está en manos de la operadora belga, la sociedad SNCB.

    Detrás de esta decisión de poner a la venta el 40% se encuentran los problemas económicos del Reino Unido, algo de poco atractivo mediático. Tan acostumbrados estamos de poner el foco en los países del sur de Europa, incluida España, que hemos asumido que las dificultades europeas residen sólo en nuestras latitudes. Sin embargo, los del norte también tienen serios problemas aunque no sean tan llamativos. Este sería el caso de Inglaterra, cuya economía, entre otras cosas, soporta una deuda en sus hogares del 160 por cien del PIB, con un déficit público que, en 2012, fue del 7,9%.

    Y, en este contexto, aparece el caso de Eurostar, que viene a poner en el escenario el serio problema de obsolescencia de las infraestructuras del Reino Unido. Londres planea con esta operación levantar unos 20.000 millones de libras para financiar un agresivo plan de infraestructuras con el horizonte de 2020. La venta del paquete de Eurostar podría ser una interesante inyección financiera.

    Pues, aunque, tal como hemos indicado, la realidad haya quedado muy por debajo de las ideas iniciales, Eurostar obtuvo casi 10 millones de pasajeros de 2012, lo que le dio unos 100 millones de euros de beneficio neto. Una situación que ha mejorado sensiblemente este año, donde las ventas crecieron un 7% durante el primer trimestre, gracias al aumento de demanda.

    A esto se añade ahora el interés del operador alemán, el Deutsche Bahn, que considera poner sus trenes en el túnel a partir de 2016, con el objetivo de conectar Fráncfort con las otras capitales europeas antedichas: Londres, París y Bruselas. Una operación que añade un indudable valor a Eurostar; y que abre la puerta para que el operador alemán pudiera quizás entrar en una operación de compra de las acciones británicas, lo que añadiría más problemas a la SNCF francesa, que vería así surgir una potente competencia dentro de sus fronteras.

    Quizás por esto, la SNCF, accionista mayoritario de Eurostar, lanzaba la posibilidad de ser ella quien comprara la participación inglesa para parar la entrada de los alemanes. Un planteamiento poco creíble dado el gran endeudamiento de la empresa y su interés de reducirlo en unos 2.000 millones de euros hacia 2020. Un escenario que viene a poner nuevos problemas a la difícil economía francesa.

    Francia, ante un triste panorama

    Francia, la segunda economía de Europa y la quinta mayor del planeta, presenta hoy un triste panorama. No sólo por la pérdida del máximo nivel de calificación en la escala de Standard & Poor's, sino por la debilidad de su potencial industrial respecto de otros competidores internacionales. Con unas tasas de desempleo juvenil superior al 25%, Francia no ha acometido casi ninguna reforma en profundidad.

    La Seguridad Social francesa acumula unas pérdidas de 25.000 millones de euros, tiene un desempleo superior al 10%, y el descontento con el Gobierno actual es más que aparente en la sociedad francesa. Desgraciadamente, no sólo ha sido España la que ha sufrido en esta larga crisis.

    Eduardo Olier. Presidente del Instituto Choiseul España.