Quedan reformas pendientes
Los cambios en el marco legislativo de las relaciones laborales empiezan a tener efectos.
Las noticias, siempre intencionadamente aventadas por los políticos según su interés, parecen confluir hacia el final de la crisis y a que, por fin, salimos de esta oscura situación en que estamos metidos, por cierto, con gran complicidad de buena parte de las decisiones, manejos e intervenciones acometidas por las autoridades de todo pelaje y nivel. Tal apuntan la previsión del Banco de España sobre nuestra tasa de variación del PIB en el segundo trimestre del año (la definitiva la publica el INE el próximo martes), así como los datos de empleo de la Encuesta de Población Activa, también correspondientes al mismo trimestre.
Respecto del crecimiento, el Banco de España adelanta un descenso del 0,1 por ciento en términos trimestrales, lo que supone una importante mejora respecto de las contracciones trimestrales del 0,5 y 0,8 respectivamente, en el primer trimestre de 2013 y último trimestre de 2012. Con todo, la caída del PIB en términos de tasa de variación interanual es del 1,8 por ciento (el dato previo fue del 2 por ciento) y todo indica que al final del año podríamos estar hablando de un descenso del PIB en torno al 1 por ciento, que podría ser del 1,3, similar al de 2012, aproximándose a algunas previsiones.
En cuanto el empleo, la EPA del segundo trimestre ha proporcionado datos muy alentadores por cuanto, incluso en términos desestacionalizados y con caída del PIB, logramos un espectacular incremento del empleo. Sin duda alguna, y aún con las limitaciones manifestadas por muchos especialistas y el antagonismo sindical y mal llamado progre (además de sostener posturas falsas al respecto, con un paro de 4, 5 ó 6 millones resulta improcedente seguir queriendo mantener un sistema proteccionista y franquista que privilegia a unos en perjuicio de otros), los cambios operados en el marco legislativo de las relaciones laborales empiezan a tener efectos positivos. Tal es la caída del paro en 225.200 personas en el segundo trimestre del año, aunque el número de activos haya descendido en 76.100 personas, lo que da un aumento neto de 149.000 ocupados más.
Ciertamente, como ha señalado el exministro de Trabajo y portavoz socialista de Economía en el Congreso, Valeriano Gómez, la población activa ha descendido mucho en lo que llevamos de legislatura. Claro que tampoco las cifras de los gobiernos de Rodríguez Zapatero fueron mucho mejores entre 2008 y 2011, y mucho menos teniendo en cuenta que atrajimos -y todavía atraíamos- gente de fuera a espuertas. De hecho, la mejor tasa de actividad total de esa época rondó el 60 por ciento, cosa que igualmente ha logrado el gobierno de Rajoy en el segundo y tercer trimestre de 2012 (bajando también el numerador), y el último dato es del 59,54 por ciento. Una cuantía penosa, como viene siendo costumbre desde hace más de tres décadas, en parte maquillado por la emigración aludida.
En todo caso, conviene tener presente varias claves a la hora de juzgar la posible evolución de nuestra economía y el grado de solución de la crisis. Lo primero es que no parece que la salida vaya a ser fulgurante o meteórica y todavía está por ver -todo apunta que así es- que los actuales datos sean el preludio de una tendencia mucho mejor y no meros indicios pasajeros. De momento, y hasta mediados de 2014, podríamos movernos en tasas trimestrales muy parcas y no alcanzaríamos una tasa anual positiva sino hasta entonces. Otra cosa es el comportamiento del empleo, que pudiera volver a dar problemas en el cuarto trimestre del año y primero del próximo; si bien, de afianzarse la actual tendencia, que todo hace pensar que así es, no añadiría cifras de desempleo descomunales a las ya existentes.
Lo segundo es que, como siempre, los políticos tenderán a "arrimar el ascua a su sardina" señalando que es gracias a ellos que salimos de esta. No. Es por ellos que estamos en esta; que la prolongación de la crisis y empeoramiento de la situación y de nuestras condiciones para salir de la misma se lo debemos por entero a ellos (primero con los planes de más gasto y déficit y luego con las subidas de impuestos y endeudamiento); y que sólo los profundos y dolorosos ajustes operados en familias y emprendedores (tampoco ayudan mucho los comportamientos empresariales que añoran fórmulas de negocio del pasado y basan sus planes en el proteccionismo de la Administración que sea), junto con la reducción del endeudamiento privado, es lo que nos está permitiendo salir del hoyo. Todo dependerá de que el Gobierno no lo estropee y mantenga, con más ambición, su programa de reformas y de cómo evolucione la economía en el resto del mundo.