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Los partidos pequeños irrumpen en Alemania

    En la imagen, la canciller Angela Merkel.


    Los nuevos partidos pequeños - Electores Libres (FW), Piratas y Alternativa para Alemania (AfD)...- reúnen alrededor del 10% de la intención de voto. Tras sus éxitos a nivel comunal y regional en el Sur. Los FW, activas agrupaciones de electores con programas heterogéneos, se presentan por primera vez a las elecciones federales del 22 de septiembre.

    La competencia entre estos tres partidos de reciente creación es grande. Tanto que es posible que ninguno consiga superar la barrera del 5% de los votos necesaria para entrar en el Bundestag. Según una reciente encuesta del instituto Forsa alrededor del 30% de los electores -lo que significa un incremento del 3%- no tiene intención de votar o no sabe por quién lo hará. El aumento de los inseguros afectaría igualmente a las elecciones en los länder de Hesse y Baviera, que se celebran el mismo día que las legislativas federales.

    Si a los abstencionistas e indecisos sumamos los militantes/simpatizantes de los nuevos partidos vemos que casi el 40% de los alemanes se han apartado de las organizaciones tradicionales: del sistema tripartidista -Unión Cristianodemócrata /Unión Cristianosocial, Socialdemócratas y Liberales- se pasó al pentapartidista con los Verdes y La Izquierda.

    El sistema electoral alemán dificulta los gobiernos monocolor. La norma es la alianza de partidos, los cuales explicitan su posición de cara a posibles coaliciones antes del inicio de la campaña electoral. Con su voto el ciudadano manifiesta no sólo su preferencia por una coalición de partidos sino que determina asimismo la relación de fuerzas entre los potenciales socios de gobierno.

    La victoria de Angela Merkel se da como segura: su grupo cristiano demócrata se mantiene en las encuestas con un 40%. Su socio de gobierno, el partido Liberal, solamente puede contar con el 4%. Quedaría así fuera del Bundestag por lo que ve con mayor preocupación el ascenso de los pequeños. Socialdemócratas y Verdes pierden un punto, al lograr el 23% y el 14%, respectivamente.

    Sin embargo, Merkel tiene motivos para inquietarse. Solo el 41% sigue aprobando su política con respecto al rescate del euro. Y el 67% de los ahorradores germanos ya no confía como antes en la seguridad de sus ahorros en bancos nacionales. Hasta ahora la canciller ha tenido que ganarse el visto bueno de los parlamentarios del Bundestag, rescate por rescate. No obstante, socialdemócratas y Verdes terminaban por apoyarla aunque a regañadientes. Los Piratas no se han beneficiado de sus buenos resultados pasados al no haber dado respuesta a las grandes preguntas de la política alemana: economía, medio ambiente, energía y política exterior. No han aclarado su relación con el poder al no alcanzar consenso en cuestiones relativas a la protección de datos, derechos ciudadanos y participación democrática.

    Lo peor es que los Piratas tampoco saben qué hacer con el euro, la mutualización de la deuda y la liquidez de los bancos. Esto impide que se conviertan en refugio de los votantes protesta que no quieren votar a la AfD que al poco de su fundación ya supera a los Piratas en las encuestas.

    Esta formación antieuro, la AfD, es un problema más serio para Merkel. Si bien no parece probable que el experimento cuaje. Es sintomático en la política alemana que por primera vez en más de dos décadas surja una fuerza política segregada de los conservadores. Sus dirigentes y simpatizantes se nutren de las filas de los cristianodemócratas - y liberales - decepcionados. La AfD está liderada por economistas y juristas que quieren que se acabe con la unión monetaria antes de que "haga aun más daño". Sería un error subestimar el potencial de la AfD. No se la puede considerar una especie de partido Pirata senior o un fenómeno transitorio de duración limitada. Su propuesta de abandonar el euro es atractiva y fácil de vender. Y en la AfD hay profesionales de la política con larga experiencia.

    No hay que esperar a las elecciones alemanas para solucionar la crisis. Pero en la actual coyuntura sin duda los comicios parlamentarios alemanes - como las presidenciales francesas- son importantes para intentar reconducir la situación. La homogeneidad del sistema de partidos ha quedado rota. Animarán una campaña que se presentaba adormecida. Tanto si los grupos protesta consiguen entrar en el Bundestag - se les intentaría incluir en una gran coalición liderada por Merkel - como si no, la política alemana debe tomarlos muy en serio.

    Marcos Suárez Sipmann, analista de Relaciones Internacionales. @mssipman