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El problema del flujo de caja de Apple



    El problema del cortoplacismo corporativo ofrece dos perspectivas. Una es que un poco de cortoplacismo resulta sensato. Las grandes empresas enfrentan un entorno económico, tecnológico y político cada vez más fluido debido al aumento de la globalización y la acentuación de la competencia en los mercados, el mayor potencial del cambio tecnológico para alterar el entorno de negocios de las empresas y la creciente influencia gubernamental sobre lo correcto en los negocios. En este entorno fluido, las grandes empresas deben ser cautelosas antes de realizar grandes compromisos de largo plazo.

    En segundo lugar, datos que se están revelando podrían sugerir problemas de medición para la sabiduría convencional que indica que el aumento en la velocidad de las operaciones hace que los mercados financieros se orienten más que nunca al corto plazo. De hecho, el período de tenencia promedio para los principales accionistas estadounidenses, como Fidelity y Vanguard, ha aumentado en las últimas décadas.

    El activismo de los accionistas alrededor de Apple resalta la importancia y la controversia del problema del corto plazo. Apple ha logrado un éxito espectacular durante la década pasada. Sus productos, desde iPhones e iPads hasta MacBooks, han capturado la imaginación de los consumidores, modificado mercados y producido enormes sumas de dinero para la empresa y sus accionistas. La capitalización en acciones de Apple subió vertiginosamente, al punto de convertirse en la primera empresa de un billón de dólares.

    Con el crecimiento de sus beneficios, Apple amasó 137.000 millones de dólares en efectivo, según un recuento reciente -más de lo que puede usar rentablemente (al menos por ahora) en sus operaciones. Por lo tanto, la empresa ha decidido sabiamente invertir su efectivo en cuentas financieras mundiales y no en operaciones de negocios. Mientras tanto, sus productos asombrosamente exitosos continúan generando más efectivo para agregar a las reservas y del cual ocuparse.

    Ingresa a escena el activista-accionista David Einhorn, cuyo fondo de cobertura Greenlight Capital ha presionado a Apple para que distribuya una saludable fracción de ese efectivo. Muchos comentarios sobre la incursión han sido negativos: se dice que la propuesta de Einhorn es una idea de ingeniería financiera de corto plazo para una empresa que ha pasado de un éxito a otro: cortoplacismo bursátil estadounidense de la peor clase. Tal vez lo sea. Tal vez los inversores están apresurándose al presionar a una gran empresa. Pero, aunque pueda parecer extraño, deshacerse de su efectivo podría ser una buena estrategia de largo plazo para Apple.

    Desde hace mucho existe un ciclo de vida para las empresas: las empresas jóvenes innovan, ansían efectivo y deben luchar para obtener financiamiento. Algunas tienen éxito, venden sus productos y se descubren recibiendo más efectivo del que necesitan. Las grandes empresas toman ese efectivo y lo invierten para generar productos aún mejores, que las llevan a superarse. Apple ha sido una de esas empresas. Pero, inevitablemente, las tecnologías de la empresa terminan siendo estandarizadas y convertidas en productos indistinguibles. Aparecen tecnologías nuevas y más atractivas, y la empresa no logra ya atraer a la mejor gente porque, bueno, ya no es la gran novedad. Los nuevos productos se estancan, los viejos productos no son tan rentables como lo fueron alguna vez (porque los competidores se dan cuenta de cómo hacer algo mejor) y los mercados y consumidores siguen su camino.

    Las empresas que alcanzan ese punto, y que se conocen a sí mismas, devuelven entonces una mayor parte del efectivo que han almacenado a sus inversores, quienes lo invierten en otra parte. En las décadas de 1980 y 1990, grandes segmentos de la industria estadounidense -especialmente la industria petrolera local- enfrentaron este problema, descrito por el economista Michael Jensen como el desafío gerencial de administrar bien el flujo de caja libre.

    ¿En qué punto de ese ciclo de vida empresarial se encuentra Apple? ¿Está aún en la juventud, ávida de efectivo y con más ideas de las que puede financiar? ¿Ha alcanzado la madurez, pero mantiene su agilidad y puede reinventarse, como lo hizo en varias oportunidades durante el ejercicio de Steve Jobs? ¿Necesita 137.000 millones para desarrollar y financiar una Apple TV de gran escala que será aún más exitosa que los iPhones e iPads?

    ¿O ha alcanzado la cima? ¿Es posible que la presentación de Apple Maps el otoño pasado, un producto inferior que envió gente al destino equivocado -causando una intensa vergüenza frente al público y agitación gerencial- presagie una época en que los mejores días de Apple sean cosa del pasado? La empresa podría estar en una elevada meseta y mantenerse allí durante años, incluso décadas, ¿pero necesita realmente 137.000 millones de dólares en efectivo para nuevas inversiones?

    Veamos otra forma de plantear el problema de Apple: si continúa teniendo éxito, ¿no generará el efectivo que necesita para la innovación a partir de sus superproductos, como el iPad, el iPhone y la MacBook? Aproximadamente el 70% de los ingresos de Apple proviene del iPhone y el iPad. ¿Durarán esos productos, o serán reemplazados? ¿Fue el éxito de esos productos resultado de un activo único -Steve Jobs- o está bien posicionada la empresa para producir el próximo gran éxito? ¿Es posible que sea demasiado tentador en el corto plazo para la gerencia de Apple contar con esos 137.000 millones en el banco y que gaste parte, o todo eso, en inversiones que no resulten según lo esperado en el largo plazo?

    Es por lo menos posible -tal vez incluso probable- que la mejor opción en el largo plazo para Apple sea desprenderse de una gran porción de su efectivo no utilizado y entregarlo a sus accionistas, quienes volverían a sembrarlo en la economía. Mientras tanto, puede financiar su próximo gran éxito con el efectivo que sus excelentes productos continuarán generando. Lo que se critica como cortoplacismo bien podría ser la estrategia financiera de largo plazo que Apple necesita.

    Mark Roe, profesor de la Facultad de Derecho de Harvard.

    ©Project Syndicate, 2013.