Firmas

Análisis complementario de los resultados



    Parece que una victoria tan incuestionable como la que ha tenido el Partido Popular en las elecciones de 20-N, como continuación de la del 15 de marzo, no necesitaría más comentarios ni análisis que los que ya se han ido publicando. Se trata, evidentemente, de la mayor derrota del PSOE en su historia reciente, lo que ha permitido al PP la mayor de sus ganancias. La traducción parlamentaria y en términos de reparto de poder no ofrece ninguna duda.

    Sin embargo, en términos de futuro a medio plazo y en su vertiente de comportamiento electoral, sí que los resultados nos permiten algunos análisis complementarios.

    No ganó tanto el PP: perdió el PSOE

    En primer lugar y en esta ocasión, quizá más que nunca se puede afirmar que pierde el PSOE, más que gana el PP. Efectivamente, cuando el partido mayoritario pierde más de cuatro millones de votos y escasamente el 10% acude al nuevo partido victorioso, no se llega a producir el cambio estructural del comportamiento electoral de los españoles que algunos esperaban. Se puede afirmar que, en la coyuntura más favorable, el votante de centro-izquierda no está dispuesto a pasar su voto a la derecha natural, lo que reduce las perspectivas políticas de ésta en el futuro. Después de estas elecciones, la estructura social del electorado español sigue siendo casi idéntica.

    El PP no ha roto su techo de cristal. Cataluña y País Vasco no han llegado a confirmar el aumento de votos que los populares esperaban y deseaban. Sólo Andalucía ofrece un nuevo motivo de alegría para ellos, pendiente de la confirmación en el escenario autonómico de marzo.

    Un voto al centro

    Pero al PSOE le va a resultar muy difícil recolectar de nuevo el grano diseminado debido a su dispersión. Si Izquierda Unida y UPyD logran conservar su nueva estructuración política, y para ello podrán contar con cierto beneplácito del Partido Popular, mantendrán bastante tiempo sus ganancias. Por otra parte, es imposible conocer dónde se encontrará el voto refugiado en la abstención, así como el nulo o el blanco, que cada vez tiene más protagonismo y se va transformando en una posición activa nada despreciable. El voto de centro-centro o centro-izquierda se ha roto en mil pedazos en esta ocasión, produciendo un cierto desequilibrio del cuerpo electoral. El mayor voto a CiU y a UPyD es un viaje al centro por caminos distintos, que puede o no tener retorno, que se puede consolidar o puede incluso trasvasarse a un PP que tenga un buen resultado en su gestión.

    También merece un comentario el voto a Amaiur, que no lo es a costa del PNV, pero sí en parte con cargo al PSOE y sobre todo recuperado de la abstención. Su electorado ha querido confirmar con su voto el abandono de las armas y premiar esta actitud, indicando que de continuar por este camino, el apoyo electoral a la formación está garantizado. Sin embargo, según la actitud que tenga Amaiur el futuro será distinto. No podemos olvidar que hay dos componentes de voto muy diverso, el tradicional de Batasuna, y el que proviene de Eusko Alkartasuna, mucho más próximo a la orientación del nacionalismo clásico moderado y que no sabemos cuánto tiempo pueden convivir.

    No será un camino fácil

    Por lo tanto, en la espectacular mayoría absoluta del PP no todo va a ser un camino de rosas, y más aún debiendo afrontar medidas que nunca resultan populares, pero es incontestable que el electorado le ha dado un gran margen de confianza.

    Rubalcaba pidió el voto para frenar una política de recortes que, según aseguraba, Rajoy tenía preparada, pero parte importante del electorado del PSOE no ha querido frenar estas medidas o no ha creído que Rubalcaba lo fuera a hacer. Cuatro millones de votos hoy no son del PSOE, pero no está nada claro de quién lo serán en el futuro.

    Sebastián Reyna, secretario general de UPTA.