Gente y estilo

La Vijanera agranda mito y supera fronteras 35 años después de su restitución



    Santander, 8 ene (EFE).- La Vijanera ha vuelto a recorrer hoy el pueblo de Silió en una fiesta multitudinaria, con miles de personas que se han adentrado en el corazón de Cantabria para seguir esta costumbre milenaria que, 35 años después de su recuperación, ejerce una fascinación creciente que supera fronteras.

    Este año la Vijanera llega más tarde, pero con las mismas ganas, para disfrutar del primer carnaval europeo del año, pese a las heladas y las bajas temperaturas de los últimos días.

    Como el primer domingo, fecha vijanera por excelencia, fue el día de Año Nuevo en este 2017, la fiesta se ha retrasado una semana y además enlaza con el puente de fin de semana de Reyes.

    Días antes del señalado los lugareños esperaban batir récord y confiaban en una afluencia superior a las 15.000 personas que en las ediciones más masivas han llenado esta pequeña localidad situada entre Los Corrales de Buelna y Reinosa, en plena Cantabria.

    Este año se cumplen 35 desde que este carnaval dedicado al oso como alegoría del mal fue recuperado por un grupo de jóvenes que se esforzó en seguir la huella vijanera en los recuerdos de sus mayores, en la tradición oral de la zona y en las escasas fotografías que se conservaban en algunas casas.

    La Vijanera superó así los años de prohibición que padecieron ésta y otras celebraciones paganas durante mucho tiempo. Y ahora parece más fuerte que nunca a tenor del interés que despierta.

    Quienes se acercan a ver la Vijanera en parte esperan lo que van a encontrar: una fiesta cargada de simbolismo, pero sobre todo de colorido, de ritos, de naturaleza e, incluso, de humor e ironía, gracias a las coplas.

    Se trata de una tradición ancestral que conmemora el solsticio de invierno, el momento en el que el sol empieza a ganar el pulso a la noche.

    Los vijaneros recorren el pueblo para representar las distintas escenas: la captura y la muerte del oso, que simboliza el intento de acabar con lo malo, la defensa del límite del pueblo en "la raya", o el parto de la preñá, que vaticina cómo será el año.

    Hoy 170 personajes lucen sus indumentarias: 80 trajes diferentes, conservados de año en año con mimo o confeccionados al detalle gracias a los elementos de la naturaleza recogidos semanas antes del día grande.

    A la espectacularidad de los zamarracos, con cara negra y estruendosos campanos, se unen los trapajones, cubiertos con elementos de la naturaleza, como panojas de maíz, musgo, paja, helechos, o cortezas de árbol. Pero también los danzarines, el propio oso o la preñá.

    Todo ello ante los ojos de cada vez más visitantes, que llegan también desde el extranjero. Para hoy se esperaba a numerosos fotógrafos británicos, a una antropóloga de China y a representantes de fiestas de máscaras de Portugal y de países centroeuropeos.

    La Vijanera tiene gran tirón internacional y prestigio entre los festivales de su clase que hay en otros países. De hecho, la Asociación Amigos de la Vijanera, que impulsa la fiesta, está cada vez más solicitada en distintas ciudades extranjeras.

    Las peticiones de colaboración con otros carnavales y mascaradas se multiplican y llegan con antelación. Por ejemplo, desde Suiza les han reclamado para que participen en una fiesta local en 2019.

    "El año pasado fuimos foto del día en el National Geographic a nivel mundial, y tuvo repercusión en Japón, en Australia y en todo el mundo, porque es el algo único que solo se puede ver en Silió. Es para nosotros la recompensa del trabajo bien hecho, y de conservar la tradición que nos han llegado de nuestros mayores", ha dicho a Efe César Rodríguez, de la Asociación Amigos de la Vijanera.

    La Vijanera colapsa Silió, donde el trasiego y los aires festivos se respiran ya desde hace semanas. Pero a los vecinos nos les importa y disfrutan desde el amanecer hasta la noche.