Europa

La izquierda italiana intenta gobernar en minoría

    Pierluigi Bersani. <i>Imagen: REUTERS</i>


    Una misión imposible. El líder de la izquierda italiana Pier Luigi Bersani obtiene, cuando ha pasado un mes de las elecciones, el encargo para formar Gobierno. Sin embargo, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, no le ha otorgado plenos poderes, sino un mandato "exploratorio", fórmula utilizada en la política transalpina cuando el primer ministro designado no tiene mayoría suficiente en el Parlamento y necesita buscar aliados. Bersani acepta el encargo de Napolitano de formar gobierno

    Ésta es la difícil tarea que espera a Bersani: volver a hablar con todos sus adversarios políticos, empezando por el Movimiento 5 Estrellas (M5S en su sigla italiana) del cómico Beppe Grillo y ver si alguien está dispuesto a apoyar un Ejecutivo de centro-izquierda. Un rompecabezas cuya solución se sabrá dentro de muy poco: si Bersani fracasa, la pelota pasará a un Gobierno tecnócrata.

    A la caza de Grillo

    El principal objetivo del líder progresista es ganarse el consentimiento de varios senadores del M5S, que ya le han apoyado a la hora de votar el candidato de izquierdas a presidente del Senado, el exfiscal antimafia Piero Grasso. Para seducir a los grillini, abanderados de la lucha a la corrupción y de una mayor transparencia de la política, Bersani propondrá un programa de cambio y nombres nuevos. En su camino hacia la presidencia del Gobierno, el líder progresista considera la elección de los presidentes de Congreso y Senado como un banco de prueba. La propuesta de la izquierda de nombrar a personalidades no ligadas a los partidos se ha mostrado un éxito; y la decisión de Grasso y de la presidenta de la Cámara Baja Laura Boldrini de recortarse la mitad del sueldo va en la dirección auspiciada por el M5S.

    Sin embargo, Grillo, que el jueves se presentó a las consultas con el presidente de la República, sigue repitiendo que su Movimiento no apoyará un Gobierno de los partidos. Ni de Bersani, ni de su opositor Silvio Berlusconi.

    Por esto la tarea del líder progresista se presenta muy difícil, ya que al centro-izquierda le faltan 35 votos para lograr la mayoría absoluta en el Senado. Bersani podría contar con el apoyo de los 22 senadores del centro liberal de Monti, y apuntar a convencer a algunos miembros del M5S para que apoyen un Gabinete dirigido a las reformas y con un programa de pocos puntos sobre el estímulo a la economía y la lucha contra la corrupción. El plan suena como un portazo en la cara de Berlusconi, que ha vuelto a apostar por un nuevo Gobierno tecnócrata apoyado por izquierda y derecha. Il Cavaliere busca garantizarse una protección legislativa de sus problemas judiciales. Por esto Bersani hasta ahora ha rechazado y calificado de "indecente" su propuesta para formar un Gobierno juntos.

    El 'plan B'

    Mañana o incluso hoy mismo Bersani tendrá que volver a hablar con Napolitano y comunicarle si ha encontrado una mayoría par el Parlamento. En caso de que la misión imposible del líder progresista fracase, el presidente de la República tendrá que buscar otras opciones con la prioridad de evitar una vuelta inmediata a las urnas. El plan B sobre la mesa de Napolitano es un Gobierno tecnócrata, liderado por una personalidad ajena a los partidos. Apagada la estrella de Monti, que tras presentarse a las elecciones fracasó en las urnas, esta vez podría ser el turno del nuevo presidente del Senado Piero Grasso. Éste, por su papel de fiscal antimafia, goza de un apoyo amplio en el Parlamento y, en las últimas horas, hasta Berlusconi ha dejado entreabierta la posibilidad de apoyarle como primer ministro.

    El papel del nuevo Gobierno tecnócrata sería asegurar los compromisos europeos e impulsar una agenda de reformas, empezando por cambiar la ley electoral que, como se ha visto en las últimas generales, crea una situación de ingobernabilidad.

    Pero sobre todo, la cuestión más urgente sobre la mesa del futuro presidente de Gobierno (sea Bersani o Grasso) es el crecimiento de la economía. El pasado jueves el Ejecutivo italiano en funciones, que preside Mario Monti, revisó a la baja la previsión de crecimiento italiana para 2013, cuando prevé que el Producto Interior Bruto retroceda un 1,3 por ciento, frente a la caída del 0,2 por ciento calculada anteriormente. Algo que agrava el enorme fardo de la deuda (que supera ya los 2 billones, es decir el 127 por ciento del PIB) y tiene efectos negativos sobre el consumo (con un retroceso del 2,4 por ciento previsto para 2013) y el empleo, haciendo doblar, denuncia la asociación de minoristas Confcommercio, el número de italianos que viven en pobreza. Una situación a la que cualquier Gobierno, tecnócrata, de izquierdas o grillino, tendrá que enfrentarse cuanto antes.