Europa

El papa Francisco insta a líderes de una Iglesia en crisis a no caer en el desánimo

    El papa Francisco celebrando su primera misa. <i>Imagen: EFE</i>


    El Papa Francisco instó el viernes a la jerarquía católica a no caer nunca en el pesimismo y el desánimo y a estar pendiente de la verdadera misión de la Iglesia. El papa Francisco: "Cuando caminamos y edificamos sin la Cruz no somos discípulos de Cristo"

    "No debemos caer en el pesimismo, en esa amargura que el diablo pone ante nosotros cada día. No debemos caer en el pesimismo y el desánimo", dijo a los cardenales congregados en la Capilla Sixtina para darle la bienvenida.

    Desde la elección el miércoles por la noche del primer papa no europeo en casi 1.300 años, Francisco ha estado emitiendo mensajes morales claros a la Iglesia de 1.200 millones de fieles, que está atravesando una fuerte crisis en medio de intrigas, escándalos y conflictos internos.

    Sus primeras acciones sugieren que dará un nuevo estilo al papado, en favor de la humildad y la simpleza en lugar de la habitual pompa y majestuosidad que caracterizan al Vaticano.

    En la Capilla Sixtina, el mismo lugar en el que fue elegido, habló a los cardenales en Italia con un texto preparado pero al que agregó comentarios, en lo que ya se está convirtiendo en la característica de un estilo muy diferente al de su predecesor, Benedicto XVI.

    Francisco dijo a los cardenales que el papel de las personas mayores en la Iglesia era transmitir optimismo y esperanza a las generaciones más jóvenes en busca de una guía espiritual en un mundo moderno lleno de tentaciones.

    "Estamos en la ancianidad. La ancianidad es el lugar de la sabiduría", manifestó hablando lentamente. "Como el buen vino que se pone mejor con el tiempo, transmitamos a las personas jóvenes la sabiduría de la vida", añadió.

    Durante el encuentro, el Sumo Pontífice tropezó brevemente mientras bajaba los escalones frente a su trono para saludar a Angelo Sodano, decano de los cardenales, pero rápidamente recuperó el equilibrio.

    Después de su sermón, Francisco saludó jovialmente a cada uno de los 150 cardenales que se encontraban en la sala. Permaneció de pie mientras destinaba alrededor de un minuto a cada uno de ellos, y en varias ocasiones se rió.