España
Francisco Correa, de botones de un hotel a cabecilla de la trama 'Gürtel'
El juez Pablo Ruz relata en el auto de fin de instrucción del caso Gürtel los inicios de la trama liderada por Francisco Correa, que comenzó como "botones" en un hotel en la plaza Callao de Madrid y acabó siendo el cabecilla de la red corrupta vinculada a cargos del PP que cuenta con un centenar de imputados.
En el escrito en el que propone juzgar a 43 de esos imputados, Ruz explica que Correa ('Gürtel' en alemán) comenzó a trabajar con 14 años en un hotel de la empresa Meliá, una ocupación que cambió, tras un periodo de estancia en Francia, por un puesto en una agencia de viajes de la capital española.
A partir de 1991, relata el juez, Correa "comienza a desplegar su actividad laboral a través de sociedades por él constituidas", como FCS (Francisco Correa Sánchez) y Comunicación y Servicios. En 1994 creó Pasadena, la que luego pasó a ser agencia de viajes de la trama y que en principio se dedicaba a desarrollar programas de incentivos empresariales y a organizar viajes a los clientes para los que preparaba eventos.
Con esas y otras empresas que fue constituyendo organizaba eventos relacionados con el funcionamientos de partidos políticos, como actos y campañas electorales, y contrataba con las administraciones públicas. "Al frente del conglomerado empresarial situaba a terceras personas con una relación basada en la confianza, y que se responsabilizaban de representar a las sociedades hacia el exterior y de llevar a cabo la gestión empresarial diaria", relata el juez.
Correa diversificó su actividad y creó además otras sociedades dedicadas únicamente a ser titulares de bienes muebles e inmuebles y de realizar operaciones de compraventa de estos activos. Como general, Correa no figuraba como presidente, administrador o consejero de las empresas y tampoco aparecía como titular de sus cuentas bancarias, aunque sí era el "beneficiario económico, último o real de las sociedades".
Desde el principio, explica el juez, se rodeó de personas de su confianza para gestionar el patrimonio, entre ellas los imputados Luis de Miguel Pérez, José Luis Izquierdo y el presunto número dos de la red, Pablo Crespo, así como la esposa de este último Carmen Rodríguez Quijano.
En los años 90, las empresas de Gürtel empezaron a prestar servicios para el PP "fruto de las relaciones de amistad" de Correa con personas afines al partido, tanto con actos políticos como prestando servicios a través de su agencia de viajes.
Así, Correa participó en la preparación y ejecución de las campañas electorales gallegas de 1999, cuando Pablo Crespo era secretario de Organización del partido en esa comunidad. A su salida de la ejecutiva nacional del partido, Crespo pasó a trabajar en las empresas de Correa.
El que llegó a ser cabecilla de la trama corrupta formó una segunda estructura de sociedades en el extranjero para ocultar su patrimonio, detalla el juez, que destaca la opacidad de esta red empresarial.
Sus sociedades se beneficiaban, según Ruz, de "la obtención de favores derivados de las relaciones personales" que Correa tenía con responsables políticos, a través de las que consiguió adjudicaciones de contratos públicos para sus empresas.
La trama tenía "unidad de actuación", explica el magistrado, desde su sede central de la calle Serrano de Madrid, que luego descentralizó a sociedades de Pozuelo de Alarcón, además de una "dirección única" que ejercía Correa "de forma directa" o a través de Crespo.
Las empresas de Gürtel estaban divididas con tres criterios: sociedades captadoras de negocio dedicadas a la organización de eventos, sociedades de inversión especulativa que realizaban de operaciones inmobiliarias y sociedades patrimoniales que adquirían y administraban el patrimonio personal mueble o inmueble. Operaban, indica Ruz, bajo una "estrategia coordinada" con la finalidad de captar negocio mediante la obtención de contratos públicos de manera irregular.