Un 'agujero' sin precedentes en España: 4.166 millones de euros
La inversión en sellos ya quedó dañada hace algunos años por empresas fraudulentas, como el caso de Banfisa. Este supuesto Banco Filatélico (nombre que ni siquiera correspondía a su actividad ) quebró en 2002 dejando en la estacada a más de un centenar de pequeños inversores que le habían confiado sus ahorros.
Otro de los escándalos sonados del último cuarto de siglo fue el de Gescartera, una agencia de valores propiedad de Antonio Camacho que estafó 108 millones de euros a sus 2.000 clientes, entre ellos una treintena de órdenes e instituciones ligadas la iglesia. Fue intervenida en el verano de 2001 por la CNMV y originó una agria polémica política que provocó, incluso, la dimisión de la entonces presidenta de la CNMV, Pilar Valiente.
Eurobank es el caso más reciente. Fue intervenido por el Banco de España en 2003 para proteger los intereses de los más de 2.000 personas que tenían depósitos por más de 135 millones de euros.
La sociedad de valores AVA, por su parte, fue intervenida en febrero de 1998 por la CNMV por la mala gestión de los activos de sus clientes a través del banco Socimer. Supuso un quebranto patrimonial de 14.000 millones de pesetas (84,1 millones de euros) que afectó a cerca de 14.000 personas.
El Grupo Brokers, dedicado a comprar fincas procedentes de subastas judiciales o mediante la promoción de urbanizaciones, quebró en 1992, dejando unas deudas de 6.000 millones de pesetas (36 millones de euros) a unos 650 pequeños y medianos inversores.
Fidecaya, entidad de ahorro creada en 1952, fue intervenida en 1981, con 250.000 afectados y unos 100 millones de euros depositados. El Estado garantizó sus depósitos.
Superior al caso Banesto
Pero la historia de los escándalos financieros que han afectado a una generalidad de personas tiene su gran exponente en España al caso Banesto. El Banco de España intervino la entidad el 28 de diciembre de 1993. Los depositantes de sus ahorros no sufrieron problemas, pero los accionistas de la entidad perdieron, y mucho. El agujero del caso Banesto superó los 500.000 millones de pesetas (3.000 millones de euros).