Empresas y finanzas

La nueva fórmula: kilovatio más ladrillo igual a campeón



    Angel Alonso

    Madrid, 2 oct (EFECOM).- Las incursiones de la pasada semana del sector constructor sobre el eléctrico, el ladrillo sobre el kilovatio, parecen confirmar la nueva fórmula de que las operaciones empresariales, con dinero por medio -y en la construcción hay mucho en la caja- no necesitan de participantes de un mismo sector.

    En la química, la combinación de elementos provoca las llamadas reacciones, algunas origen de grandes descubrimientos en la ciencia, y otras dañinas, con el consiguiente rechazo.

    En la economía de mercado, hasta ahora, se ha ejercido una ortodoxia de la homogeneidad de actividades para abordar controles de gestión en el sector industrial. Pero, incluso, en el sector energético, las posibles absorciones de eléctricas por una gasista han dado como resultado reacciones repelentes.

    Esta teoría se ha derrumbado en la semana recién acabada, y una nueva fórmula ha irrumpido. Constructoras comprando participaciones de control en eléctricas para fundar ese campeón nacional energético por el que tanto se suspira desde el poder político, como parapeto a incursiones extranjeras en sectores estratégicos.

    La reacción de esta combinación de elementos parece haber dado frutos, pero porque ha entrado en ella un ingrediente que quedó en el olvido: el libre acuerdo entre las partes, o lo que es lo mismo, ese término que parecía desterrado, el de opa amistosa.

    Las operaciones de Acciona sobre Endesa y de ACS hacia Iberdrola, ambas amistosas y generosas, al haber revalorizado el valor de la acción, retoman otra faceta del debate, y es que la reglas del mercado se han blindado de tal forma que las intervenciones desde el poder político, por mucho BOE que se maneje, sin un mínimo consenso, no prosperan.

    El mercado se mueve hoy sólo al ritmo de una oferta generosa, eso que los americanos tienen tan en cuenta: generar valor para el accionista.

    Sin esta premisa, nada de nada, y sobre la misma, el ejemplo de dos tropiezos en una misma piedra de Gas Natural, que tanto en el caso de Iberdrola, como en el de Endesa, sólo se aplicó el principio de un deseo político, huyendo de teoremas de mercado plenamente constatados.

    El reordenamiento del sector eléctrico español ha dado muchos tumbos desde su liberalización. Los intentos de concentración empresarial han sido múltiples y variados. Los ha habido de cariz hostil. También de índole amistosa.

    Pero las abigarradas teorías sobre la competencia y las posiciones dominantes de mercado han dado al traste con todas ellas. La situación ha dejado al descubierto empresas rentables fácilmente asimilables por cualquiera de los gigantes europeos.

    Los movimientos arrancan nada más ganar el Partido Popular (PP) las elecciones de marzo de 2000 con mayoría absoluta.

    Una eléctrica americana, TXU, intenta hacerse con Hidrocantábrico. El sector se despereza y contraataca con una oferta de Unión Fenosa, bien admitida por la eléctrica asturiana. El Gobierno del PP, preso de su legislación en materia de competencia y de defensa del consumidor, disuade de la operación.

    Poco después, surge otra operación basada en el ingrediente ideal de la fórmula: el acuerdo. Endesa e Iberdrola, la primera y la segunda eléctricas, ponen en marcha un proceso de fusión que desembocaría en la tercera eléctrica europea. Se habían puesto los cimientos de todo un campeón nacional con las estrictas, pero también sencillas, reglas del mercado.

    Nuevamente el Gobierno aborta la operación, no por la vía de la prohibición, sino por otra más sutil, como poner tantas y tan restrictivas condiciones, que el campeón resultante de la fusión, a lo más, aparecería como un alevín con buenas maneras.

    Desde entonces, todo lo que se ha pretendido desde el propio sector, en favor del gran campeón eléctrico dispuesto a afrontar los envites de los gigantes públicos europeos, ha estado marcado más por la oportunidad política que por orientaciones de mercado y ganancia para el accionista.

    Un campeón foráneo como la alemana E.ON, con dinero contante, ha entrado en el escenario en el que se juega esta partida y en las disciplinas supranacionales a las que están sometidos los gobiernos en materia de estrategias económicas.

    La solución parcial ha partido de un sector, como el constructor, mimado por las administraciones, con dinero sobrante como para ejecutar operaciones como las que han fructificado la pasada semana en un campo que, si conocía, era de forma muy marginal, por las oportunidades de negocio que se le abren en las energías alternativas.

    Sorprendente, pero lo cierto es que todos contentos. La fórmula parece funcionar. EFECOM

    aa/rl