Empresas y finanzas

Heraclio Fournier: una gran partida de 140 años

    Control de calidad en la fábrica de Heraclio Fournier


    El origen de los naipes hay que buscarlo en China, desde la que llegaron a través de la ruta de la Seda, hacia el siglo XIV. Pero el protagonista de esta historia, Heraclio Fournier, es mucho más cercano y reciente, a pesar de que estemos hablando de 140 años de historia.

    Heraclio era nieto de Francisco Fournier, impresor francés que emigró de la convulsa Francia prerevolucionaria para instalarse en Burgos en 1785.

    El éxito que alcanzó el negocio de las litografías llevó a ampliar la compañía, primero a través de la diversificación hacia la producción de naipes, y después a expandirse geográficamente, más allá de la capital burgalesa.

    En 1868, con sólo 19 años, Heraclio Fournier optó por instalarse en Vitoria y montar un pequeño taller de Estampación de litografía. Desde sus inicios se decantó por la fabricación de naipes, para ampliar después la producción hacia las artes gráficas, impresión de sellos, libros y encuadernación. Fue como un rey Midas, todo lo transformaba en oro, y enseguida tuvo que ampliar y empezó a innovar sobre nuevos métodos de impresión.

    Nacimiento de la baraja española

    Fue en 1877 cuando nació la baraja española con las figuras que hoy todos conocemos. Heraclio encargó el diseño de una baraja propia al profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, Emilio Sourbrier. Este diseño obtuvo el primer premio de la Exposición Universal de París en 1889.

    Ese mismo año se lanzó con una nueva tecnología que le permitió fabricar su baraja con 12 colores, en la que sin rubor alguno colocó su propia efigie en el As de Oros. Posteriormente, en un rediseño de la baraja, llega su fisonomía actual, en la que el As de Oros incorpora la figura de Augusto Rius.

    La fachada del edificio que aparece aún impresa en algunos estuches y cartas se corresponde con el edificio de la empresa cuando estuvo situada en la calle Los Fueros.

    Heraclio terminó sus días en 1916 en la Francia de sus antepasados, en la ciudad de Vichy. Del matrimonio que contrajo con la vitoriana Nieves Partearroyo nacieron cuatro hijas, pero ningún barón que diera continuidad a la preeminencia del apellido entre sus herederos.

    Le sustituyó al frente del negocio su nieto, Félix Alfaro Fournier, que ha su vez fue sucedido por sus descendientes, pero en esta ocasión ya no en solitario, sino de la mano de la multinacional The United States Playing Card Company, integrada en el grupo Jarden Corporation.

    Pintaron bastos

    La herencia del rey Midas de las cartas se había convertido en un emporio de la impresión, apenas nada se le resistía. Una de esas piedritas del corazón fue la del timbre. Tras la Guerra Civil estuvo a punto de estampar dinero. Felix Alfaro creó la Sociedad Goya Grabados, con sede en Madrid, que obtuvo la autorización del Banco de España para estampar dinero. Pero ninguna moneda llegó a salir de sus imprentas, ya que, finalmente, Franco optó por hacer el encargo a otra concesión. La sede de aquella filial se vendió y curiosamente, con posterioridad, llegó a ser la antigua 'Casa de la Moneda'.

    A mediados de los años 60, en 1968, cuando Heraclio Fournier conmemoraba su centenario, llegó a alcanzar una plantilla de un millar de trabajadores. Pero un lustro después, con la primera crisis del petróleo, empezaron a "pintar bastos", le dejaron de sonreír las cartas . La crisis económica y las fuertes inversiones realizadas le sumieron en un profundo declive y conflictividad sindical.

    La estabilidad financiera tuvo que venir de un socio externo. En 1986 la multinacional norteamericana The United States Playing Card Company adquirió el 90 por ciento del capital de Fournier, firma líder en su mercado de referencia y con ansias por conquistar el mercado europeo y latinoamericano, donde el rey era el fabricante vitoriano.

    La siguiente depresión económica, la de principios de los años 90, tampoco le fue ajena a Fournier y supuso una profunda reestructuración de la compañía. Tuvieron que centrarse en sus orígenes, en la producción de cartas , y abandonar la división de artes gráficas que había trabajado para editoriales como Planeta o Espasa.

    La partida actual

    El tapete sobre el que juega hoy Heraclio Fournier sigue de la mano de su aliado americano, que ya se ha hecho con la práctica totalidad del capital, aunque algún Alfaro pasea todavía por los pasillos de la fábrica.

    De sus máquinas salen cada día más de 15.000 barajas, que después se reparten en más de 70 países de los cinco continentes. Son los líderes indiscutibles en los casinos de toda Europa. La presión de facturación para el año en curso ronda los 18 millones de euros, de los que un 40 por ciento procederá de las ventas exteriores. Su equipo humano ronda las 135 personas.

    Su producción se estructura en tres divisiones, diferenciadas entre sí por el tipo de cliente al que va dirigida: general, casinos y promocional. Las cartas para casinos representan el 40 por ciento de la producción y es la división que en estos momentos más está creciendo.

    De forma complementaria, venden juegos de mesa tradicionales -parchís, oca, ajedrez, etc. Pero, en este caso, se encargan de la comercialización, ya que la producción está subcontratada. Se trata de un negocio complementario demandado por determinados clientes, como pueden ser las grandes superficies, que solicitan una simplificación de proveedores.

    Adaptación al cliente

    La versatilidad de Heraclio Fournier queda patente en el hecho de la enorme flexibilidad que tiene para adaptarse a las peticiones de los clientes. Cada año imprime más de 700 modelos de cartas publicitarios, que llevan en el reverso el nombre del cliente.

    Además imprimen casi 40 modelos de cartas de dibujos de cara diferentes cada año. Tienen acuerdos con Disney, con Warner, etc. Aunque también lanzan ideas propias, para lo cual el personal de marketing de Fournier sigue con atención lo que triunfa en cine y televisión.

    La baraja infantil que más han vendido en toda su historia fue la de 'Heidi'. Este otoño-invierno esperan que dentro del segmento infantil triunfe la baraja de los televisivos luchadores de Pressing Catch, diseño que para su primera serie ha sobrepasado en pedidos la primera tirada.

    Podría pensarse que con la llegada de la televisión, las videoconsolas y los juegos en red a través de Internet las cartas podrían tener perdida la partida. Todo lo contrario, asegura Jorge Fernández, director de Marketing; los pedidos no cesan de crecer. "Hay muchos jugadores que aprenden a jugar con los ordenadores o a través de Internet, pero al final en los naipes lo que más gusta es tener al contrincante cara a cara, percibir sus movimientos, anticipar su estrategia a través de su observación. Por eso, el que aprende a jugar quiere hacerlo sobre un tapete y con naipes de verdad".

    Pero, es más, estrenos de películas como Ocean Eleven o la retransmisión de partidas de póquer por los canales temáticos de TV no cesan de animar a nuevos jugadores. "Estamos detectando una mayor demanda de este tipo de cartas a raíz de estos programas y de sus grandes campeonatos, así como por las películas de juego y casinos", recalca Fernández.

    Nadie imagina una película del agente 007 sin un casino, lugar donde puede decirse que Heraclio Fournier es el indiscutible jefe de mesa, al menos en Europa y Latinoamérica.

    Los modelos

    Fournier de por sí es escrupuloso en sus cartas . Las impresas sobre cartón no escatiman en la calidad de los materiales. Tienen un sistema de corte especial que asegura el mismo tamaño en todas las cartas y los naipes van impregnados de un barniz exclusivo -de fórmula secreta- y pasan 12 controles de calidad que constatan que no haya un solo fallo que las haga identificables.

    Pero en el caso de los casinos, los naipes se fabrican en un plástico especial de PVC que requiere alta tecnología. Estos naipes no se deforman, no se les puede marcar, se deslizan mucho mejor y son perfectos para las barajadoras de cartas automáticas de los casinos.

    Para el gran juego en casinos los detalles son muy importantes. Cada baraja lleva el logo del casino en el reverso y además lleva un logo invisible que se detecta a través de las cámaras de seguridad de los establecimientos, que evita la introducción de barajas extrañas.

    La factoría de Heraclio Fournier tiene un búnker específico para almacenar las cartas destinadas a casinos. Tan sólo dos personas conocen la combinación que abre su puerta.

    Los lotes son minuciosamente numerados y cuando salen del almacén la Policía controla su número de serie y vuelve a controlar esos mismos números en el casino de recepción. Si durante el trayecto se extraviase una única baraja, habría que destruir el lote completo. ¡A ver quién se la juega!