Los festivales de verano generan más de 450 millones sólo con las entradas
Emma Prieto López
Que no pare la música, que los festivales son para el verano y este año vienen sonando fuerte. La estampa de mochila, gafas de sol y bocadillo es la típica de los encuentros estivales, donde el rock, el pop o los ritmos electrónicos son una bendición para el turismo, sobre todo cuando arrastran a miles de personas.
Sin los festivales musicales, el verano no sería lo mismo. Especialmente en España, un país puntero en la organización de esta industria que, el año pasado, generó un negocio próximo a los 450 millones de euros solo en venta de entradas y abonos.
Más de 2,5 millones de jóvenes recorrieron nuestro país al reclamo de sus bandas favoritas. Unos viajes en los que, entre abonos, gastos de alojamiento y manutención, cada visitante gasta una media de 500 euros, para alegría de bares, restaurantes, campings y establecimientos hoteleros.
En cifras, sólo el Festival Sónar, reunió a 118.473 asistentes de varios países, unos 7.000 más que los 111.980 de la pasada edición. En cuanto a la procedencia del público, el 56% fueron jóvenes internacionales mientras que el 44% fueron españoles.
Con el auge de los festivales, no sólo salen ganando las propias organizaciones, sino también los Ayuntamientos que generan unos ingresos generalmente elevados
¿Cómo se financia un festival?
Los festivales ya no suelen recibir financiación de los municipios. Hace años, cuando la economía española no se tambaleaba, los conciertos recibían apoyo institucional. Lo que provocó que los que necesitaban este apoyo como eje fundamental de sus finanzas desaparecieran.
Solo algunos festivales han sufrido una ligera bajada. Por ejemplo, el Arenal Sound, Rototom Sunsplash, Viñarock, FIB, Sónar, BBK Live, SOS 4.8 y Low Festival recibieron, el verano pasado, 42.000 personas, un 3% menos, respecto a las cifras registradas en 2013, según el comunicado de la Asociación de Promotores Musicales.
En este sentido, esta organización le achaca la caída al incremento del IVA del 21%, que hace de "lastre" para el crecimiento de los festivales.
En cambio, otros como el Primavera Sound de Barcelona y el BBK Live de Bilbao cumplieron un récord de asistencia con 190.000 y 120.000 espectadores, respectivamente. Por tanto, los resultados económicos de la industria festivalera, siguen siendo muy positivos.
Además, tres de los festivales más veteranos mantienen su resonancia. Por un lado, el Festival de Benicassim (FIB), el Sónar y el Primavera Sound. Este último tuvo el año pasado 175.000 asistentes en cuatro días. El Primavera Sound genera unos 65 millones de euros por edición según los datos del verano pasado.
El Sónar, genera un impacto de unos 60 millones por año, mientras que el de Arenal Sound tiene unos ingresos de 28 millones, de Benicassim roza los 18 y BBK Live los 17 millones de euros. Viajar a un festival supone planificar, no sólo los gastos de concierto y entradas, sino también los relativos al desplazamiento y alojamiento. En estos encuentros, la música no ocupa más de un 20% del tiempo. El resto, se emplea en ver dónde comer, dónde dormir, cómo desplazarse.
Por esta razón, la oportunidad de negocio que ofrecen los festivales alcanza a muchos interesados. Por un lado, al tener que viajar a una ciudad desconocida, hace que la experiencia turística sea tan importante como la musical.
Por otro lado, el gasto medio de los asistentes a un festival supera los 450 euros al día
incluyendo sólo las entradas, el desplazamiento y el alojamiento. A esa cifra habría que sumarle el gasto medio de una jornada en un festival que oscila entre los 20 euros de los más austeros y los 200. En países como Reino Unido, Alemania u Holanda, la cifra asciende a los 800 euros por persona.
El negocio de los festivales
En España, el paraíso de los festivales ha encontrado su espacio en los meses de verano.
Más allá del propio interés musical, estos encuentros conforman un entramado de negocios que alcanza a otros intereses vinculados al público, los artistas y a las agencias internacionales de contratación, que viven en una permanente pugna para conseguir a los mejores artistas, lo que provoca que los cachés se inflen hasta rozar unas cifras disparatadas.
También las marcas son un pilar muy importante. Cada vez más compañías comprueban que existe un gran valor económico en asociar su marca a un festival de música ya que genera un punto de encuentro interesante con sus usuarios finales.
El mundo de los festivales es un negocio en el que cada vez más jóvenes se reúnen para beneficiar a un sector emergente en permanente crecimiento.