Empresas y finanzas

Arturo Fernández se queda sin socios y afronta solo el concurso de su grupo

  • Fracasa de nuevo en su intento de captar fondos


Arturo Fernández, todavía presidente de Ceim, no encuentra un socio que le ayude a reflotar su grupo hostelero. El empresario no ha logrado vender el 51% de Cantoblanco, tal y como tenía previsto, por lo que afronta, en solitario el concurso de 16 de las 65 sociedades que conforman el grupo actualmente.

"No se llegó a consumar ninguna de las operaciones previstas. Arturo es el único socio del holding, tiene el cien por cien de las acciones ya que no se ha vendido nada. La obsesión de empresario ahora es mantener los puestos de trabajo y salvar su grupo", aseguran a este diario fuentes cercanas al presidente de la patronal de los empresarios madrileños.

En este punto, estas mismas fuentes aseguran que ya han recolocado a 1.200 trabajadores en las nuevas concesiones y todavía tienen 700 empleados en plantilla, lo que está lejos de su plan inicial de mantener 1.000 puestos de trabajo. "Estamos pendientes de recolocar a los trabajadores de la cafetería de RTVE -el grupo renunció a la gestión por los ajustes- y de la Asamblea de Madrid", sentencian.

La supuesta venta

El pasado mes de junio, Arturo Fernández aseguró que había firmado un preacuerdo con los directivos de Cantoblanco para que se hicieran con un 51% de la empresa y, así, reducir su participación al 49%. Para ello, el empresario creó la firma Madhol Servicios Generales, de la que posee el cien por cien, bajo la cual colgarían todas las firmas. Lo único que en teoría se llevó a cabo fue el nombramiento de Antonio Arenas como administrador y el fichaje de consejero delegado a Luis Sans, alto ejecutivo del Grupo Intereconomía.

Sin embargo, este extremo tampoco llegó a materializarse, en función de lo que explican los implicados. El propio Luis Sans emitía el viernes un comunicado en el que afirmaba que es "totalmente falso" que él "haya desempeñado, ni siquiera un minuto, el cargo de consejero delegado". Así mismo, Sans refrendaba que bajo ninguna circunstancia tuvieron ni él ni la sociedad Real Investment Holding adquisición o participación alguna en las acciones de Grupo Arturo Cantoblanco, ni el 51% de su composición accionarial ni presencia en el organigrama de direccion de dicho grupo empresarial.

Así, la operación, con la que se buscaba dar una vuelta a la gestión de una firma que llegó a tener 3.800 trabajadores y reinaba en las cafeterías de los organismos públicos como el Congreso de los Diputados, el Palacio de los Deportes o Ifema, no se llegó a consumar y finalmente es Arturo el que está tirando hacía delante con su empresa. En conjunto, debe unos 50 millones de euros a bancos, proveedores y administraciones públicas: Hacienda le llegó a reclamar 3 millones de euros y Tourespaña le pedía 2,7 millones por el canon de la cafetería del palacio de congresos de Madrid.

Este último intento de trocear su sociedad se ha convertido en otro fracaso del empresario a la hora de lograr fondos para reflotar su grupo. El fondo Real Investment Holding dio la espalda a Arturo Fernández después de haber cerrado un preacuerdo para comprar el 51% de Grupo Arturo Cantoblanco en noviembre de 2013 por unos 50 millones. En diciembre de ese mismo año, el empresario madrileño aseguraba estar "satisfecho" con la operación que había cerrado, aunque más tarde explicó que el family office mexicano frenó su alianza y apenas inyectó cinco millones de euros del total comprometido.

Tras este contratiempo, Arturo Fernández inició una ronda de contacto con una serie de empresarios madrileños con el objetivo de captar 45 millones de euros mediante una serie de ampliaciones de capital: la operación nunca se concretó.

Antes de estos acuerdos, a principios de 2013, el presidente de los empresarios madrileños, que atraviesa serios problemas financieros, firmó sendos acuerdos con Serunión y Mediterránea de Catering. Estas sociedades finalmente se negaron a comprar la división de colectividades del Grupo Arturo Cantoblanco tras realizar una auditoría interna o due dilligence de las cuentas del negocio.