¿Misión imposible? EEUU quiere sanciones que afecten sólo a Irán
El equivalente geopolítico de enhebrar una aguja se hace aún más difícil por las elecciones, tanto en Estados Unidos como en Irán. El objetivo de Obama, persuadir a Irán para frenar su programa nuclear, parece lejos de estar asegurado.
En las últimas semanas, responsables oficiales estadounidenses han cruzado el mundo para reunirse con aliados, tales como Japón y Corea del Sur, que dependen en gran medida del petróleo iraní y están preocupados por la posibilidad de que la nueva ley dañe sus economías.
Estados Unidos también quiere rechazar cualquier aumento dramático en los precios del petróleo que pueda perjudicar a su propia economía, el problema más importante para los votantes que decidirán si Obama será reelegido en noviembre.
Altos cargos estadounidenses dicen que las conversaciones han sido productivas hasta el momento, y destacan que no están buscando hacerse enemigos de sus amigos, por lo que aplicarán las sanciones con cuidado.
"Hay flexibilidad en las sanciones, los países tomarán sus propias decisiones económicas y Estados Unidos trabajará con ellos", dijo en una entrevista Daniel Glaser, subsecretario del Tesoro de Estados Unidos encargado de temas vinculados a la financiación del terrorismo.
"El objetivo aquí no es castigar a ningún país en particular, el objetivo es atacar a Irán", agregó.
La nueva normativa otorga a Obama la capacidad de imponer sanciones a los bancos extranjeros que tratan con el banco central iraní, uno de los principales conductos para sus ingresos del petróleo. Las entidades sancionadas quedarán fuera de los mercados financieros estadounidenses.
Incluso antes de que las nuevas sanciones entren en vigor, se están acumulando pruebas de que la presión de Occidente podría golpear algunos objetivos equivocados.
Los envíos de cereales a Irán, exentos de las sanciones al igual que otros bienes humanitarios, han sido retenidos debido a las restricciones financieras sobre los bancos iraníes que manejan las transacciones.
Si los esfuerzos de sanciones previas en otros lugares sirven de guía, la elite iraní encontrará la manera de aislarse del daño económico impuesto desde el exterior.
El director de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, el teniente general Ronald Burgess, dijo al Congreso el jueves que pese a la creciente presión sobre Irán, "Teherán no está cerca de abandonar su programa nuclear".
De todas maneras, las sanciones claramente tendrán algún impacto.
Irán, que niega las acusaciones occidentales de que está tratando de construir armas nucleares, ofreció esta semana lo que llama "nuevas iniciativas" para las conversaciones nucleares con potencias mundiales. La medida fue ampliamente percibida como una respuesta al creciente daño económico.
La moneda iraní, el rial, se ha debilitado fuertemente desde que Obama firmó la ley el 31 de diciembre.
"La caída precipitada del valor del rial, así como su incapacidad para manejar responsablemente su economía, es la mejor prueba de la eficacia de las sanciones", dijo Glaser.
"El aislamiento del banco central de Irán del sistema financiero internacional hará difícil para Irán administrar su economía. Eso, con el tiempo, será tan importante como el impacto directo en los ingresos del petróleo de Irán", agregó.