¿Terminará el estrés con la carrera de Horta-Osório en la City? Lloyds espera su regreso
Aquel lunes por la tarde, Antonio Horta-Osório debía estar ensayando su papel. 24 horas después, el consejero delegado de Lloyds Banking Group se sometería al escrutinio de un comité de diputados. Pero cuando la delegación del departamento de relaciones públicas del banco, armada con un guión de respuestas, llegó a su despacho, Luciano, el fiel asistente ejecutivo del banquero portugués, les impidió el paso.
El jefe "no está listo" para verles, insistía. Al otro lado de la puerta, Horta-Osorio se había desplomado sobre la mesa, pálido y adormecido. Después de deshacerse de los visitantes, Luciano (un miembro clave de la guardia pretoriana que rodea al banquero) decidió intervenir. Le dijo a Horta-Osorio, de 47 años y padre de tres hijos, que tenía que ir al médico. En los ocho meses desde que Horta-Osório tomó las riendas del banco respaldado por los contribuyentes, había trabajado día y noche, siete días a la semana para encarrilarlo. Ahora, apenas era capaz de sostener un lápiz.
Horta-Osório aceptó. Mandó a Luciano que cancelase su comparecencia en el parlamento y despejase el resto de su agenda para el martes. Después, cruzó el vestíbulo y llamó a la puerta del presidente, Win Bischoff, y le explicó que estaba agotado, que probablemente necesitaba un descanso y después se fue al médico. "Fue muy al estilo de Antonio", explica una fuente de la empresa. "No hubo dramas, colapsos ni desmayos. Se dio cuenta de que necesitaba ayuda médica y tomó una decisión".
Pero el mercado bursátil lo vio de otra manera. Cuando la noticia de su repentina marcha del banco se propagó, se desataron los rumores y afectaron a las acciones del banco. Horta-Osório ha eliminado capas enteras de altos directivos en Lloyds desde que se incorporó procedente del Santander UK, en un recorte de gastos salvaje. Casi todos los directivos que trabajaban para su predecesor, Eric Daniels, se han ido. Y muchos de los sustitutos (en su mayoría robados del Santander) no han llegado aún.
¿Quién estaba al mando?
Si Horta-Osório no estaba al mando de Lloyds, ¿quién lo estaba? El director financiero, Tim Tookey, estaba señalado como jefe interino, pero ya ha comunicado que se va a incorporar a la aseguradora Friends Life.
La declaración del banco suscitó más preguntas que respuestas. Decía que Horta-Osório había tomado una "baja temporal de sus obligaciones" y mencionaba la "enfermedad" como la causa. Aunque aseguraba que volvería "antes de final de año", la rumorología se disparó. ¿Era cáncer? ¿Un tumor cerebral? ¿Drogas? ¿Alcohol? ¿Se habían deshecho de él? ¿Estaba en rehabilitación? Al final del día, 1.000 millones de libras habían volado del valor de mercado de Lloyds. Las acciones bajaron un 19%.
Pocos creyeron que un banquero tan activo como él sufriera estrés. Al fin y al cabo, estamos hablando de un hombre que se relaja buceando con tiburones blancos. Pero las fuentes cercanas al banco insisten en que no es más que eso: Horta-Osório padece agotamiento físico y mental. Dicen que Bischoff, aunque sorprendido, se conforma con que su fichaje estrella regrese en Navidad.
Aunque ya tiene una lista de posibles sucesores, no tiene previsto utilizarla. Pero en el mundo machista de la City se preguntan si es posible que un jefe pueda volver a tomar los mandos. Horta-Osório ha roto un tabú. "Se habla de la palabra e", asegura un alto banquero de inversiones, refiriéndose al estrés. "Y en este negocio", añade, "si mencionas la palabra 'e' estás acabado".
En contra del HBOS
Lloyds solía ser una apuesta segura en la banca británica. Siguió adelante, ofreciendo beneficios constantes y grandes dividendos. Durante casi todo el reinado de ocho años de Daniels, el fumador empedernido americano contratado de Citigroup, el banco era tan seguro que rayaba en el aburrimiento. Pero en septiembre de 2008 todo cambió. Un día después de que Lehman Brothers se hundiera, Lloyds desveló una arriesgada operación de 12.000 millones de dólares para comprar a su rival en apuros, HBOS.
Los responsables de la competencia habían bloqueado los esfuerzos previos de fusión entre Lloyds y HBOS porque el negocio sería demasiado grande y controlaría cerca de una de cada tres cuentas bancarias británicas. Pero, con la crisis de los créditos en marcha y HBOS de rodillas, Lloyds recibió un permiso provisional del gobierno para seguir adelante con la operación. "Estamos creando un gran banco británico que será capaz de desarrollarse geográficamente", explicó Victor Blank, entonces presidente de Lloyds.
Pero el gran banco británico pasó a ser el gran problema británico. Pocas semanas después, el nuevo prestatario ampliado tuvo que ser rescatado por los contribuyentes, junto con Royal Bank of Scotland. Aunque la operación de HBOS no estaba aún finalizada, Lloyds decidió seguir adelante con la adquisición de todos modos.
Algunos accionistas de Lloyds se enfurecieron. HBOS era el prestamista atrevido y arriesgado que había contratado a algunos de los titanes más flamantes del país en una serie de operaciones de glamour. Mantuvo apuntalado el mercado inmobiliario casi por su cuenta con sus continuas hipotecas gigantes tras el colapso de Northern Rock. Y ahora se unía al viejo y aburrido Lloyds al que terminaría por abrirle una úlcera en sus cuentas.
La promesa del gobierno sobre las reglas de la competencia se esfumó enseguida. Tras aceptar el dinero de los contribuyentes, la Comisión Europea ordenó a Lloyds que vendiera 632 sucursales, deshaciendo gran parte del motivo de la adquisición. Blank dimitió meses después de la operación de HBOS y asumió la culpa en público. Daniels continuó de consejero delegado hasta el pasado otoño, pese a las protestas de los accionistas. Cuando Bischoff, el veterano setentón de la City contratado como presidente, empezó a buscar su sustituto, nadie pensó que acabaría recurriendo a Horta-Osório.
Fichado por el Santander
El banquero portugués vivía en Londres desde 2006, cuando llegó para liderar la expansión británica del Santander. Unió Abbey, su primera adquisición británica, con Alliance & Leicester y el departamento de ahorros de Bradford & Bingley. En 2010, Horta-Osorio acordó la compra de 300 oficinas que RBS tenía órdenes de vender. El Santander pasó de ser un banco del montón a una de las grandes entidades británicas.
Mientras tanto, Horta-Osório, fue invitado a incorporarse al Banco de Inglaterra (el primer extranjero) pero nadie pensó que se uniría a Lloyds porque el trabajo le quedaba pequeño. Todos asumieron que le estaban preparando para sustituir a Emilio Botín a la cabeza del Santander cuando el vástago de la dinastía bancaria española se jubilase.
Pero Horta-Osório estaba exultante. Su familia adora Londres aunque su mujer, Ana, se desplaza cada quince días a Lisboa para supervisar su empresa de balnearios. Aceptó un recorte salarial para asumir el puesto, con un sueldo y un paquete de bonus de 8,3 millones de libras al año, el 40% menos de lo que se rumoreaba que ingresaba en el Santander. También renunció a un plan de pensiones calculado en 25 millones.
Horta-Osório había llegado. "Trabajar para Antonio es duro", asegura un antiguo colega. "No todos pueden seguirle el ritmo". Con su cabellera engominada, sonrisa reluciente y trajes impecables, Horta-Osório clava la imagen. Casi no bebe. Cuando deja el despacho suele ser para una sesión con su entrenador personal. Le obsesionan los detalles y archiva todo lo que hace en una tableta.
Desde que dejó el Santander, en diciembre, se ha centrado en Lloyds. Preparó un dossier sobre el banco a partir de las cuentas publicadas. El puñado de directivos del Santander que se trasladaron con él se puso a trabajar, renunciando a casi todas sus vacaciones. Las reuniones se mantenían en su casa de Chelsea.
Horta-Osório era escéptico sobre si Lloyds había emprendido suficientes recortes en sus préstamos inmobiliarios o en su exposición a Irlanda. Dudaba del optimismo hacia la economía británica que exhibía Daniels, una opinión que animó a parte de los fondos de cobertura más poderosos de Mayfair a acumular registros de acciones.
Sobre todo, le costaba comprender la enorme base de costes del banco. Se incorporó a Lloyds en enero para un supuesto periodo de transición de seis semanas con Daniels. "En el edificio había dos jefes", cuenta una fuente cercana. "Obviamente, a todos les interesaba más hacer lo que decía el nuevo".
Empezó un programa de visitas sorpresa a las sucursales de todo el país. También interrogaba a los empleados y se puso a desmantelar la estructura del banco. En Lloyds había catorce capas de gestión. En Santander había diez. Descubrió que casi todas las capas sobrantes estaban en la sede central. Daniels había dirigido la entidad sin intromisiones, dotando de bastante libertad a los jefes de división. Por eso, cada división tenía a su propio director de recursos humanos, director de riesgos, director financiero, etc. Era una burocracia monumental.
En su primer día de consejero delegado, Horta-Osório envió una nota donde se perfilaba la nueva estructura de dirección. En un día estratégico de junio, desveló que iban a desaparecer 15.000 empleos más, que se sumarían a los 28.000 que ya había eliminado Daniels.
El viejo régimen se sentía en el punto de mira. En la City se rumoreaba que muchos directivos del Santander habían llegado con importantes sueldos. Un amigo de Horta-Osório explica que "cuando diriges una división de un banco como el Santander, sabes en todo momento que alguien te respalda. En Lloyds no lo tiene".
El órgano accionista del gobierno, UK Financial Investments, apoya supuestamente el regreso de Horta-Osório. Los funcionarios del Tesoro le tienen en mucha consideración. Pero los empleados del banco están perplejos. "Es verdad que parecía cansado", reconoce una fuente cercana. "Pero aquí todo el mundo está hecho polvo".