La bolsa de Shanghai ya supera en tamaño a la de Hong Kong
El pasado martes, por vez primera en la historia, su capitalización combinada superó a la de la bolsa de Hong Kong, que es segundo mercado bursátil de Asia, detrás Japón. Fue por poco (1,81 billones de dólares frente a 1,79), pero, según los expertos, es el comienzo de una tendencia irreversible.
El histórico adelanto se produjo en un momento mágico para la bolsa roja, porque esa misma semana el índice de Shanghai estableció un nuevo récord absoluto en 3.495 puntos, con una subida del 1,5 por ciento respecto a la sesión anterior.
Fiebre asiática por la bolsa
La euforia alcista, que prevalece desde julio de 2005 hasta hoy, ha permitido a las bolsas de Shanghai y de Shenzhen triplicar su valor y convertirse en dueñas y señoras del mercado chino. La fiebre de la Bolsa está afectando a muchos chinos. No sólo a los operadores bursátiles, que, al conocer los riesgos, se mantienen cautos, sino también a otros trabajadores: taxistas, profesores, amas de casa... Es el inmenso parqué de ojos rasgados que, como hace seis años (antes de que explotase la primera burbuja bursátil en el país de la Gran Muralla), persigue ávidamente sus sueños de riqueza fácil.
Hoy en día, en las sociedades de valores chinas figuran abiertas casi 70 millones de cuentas bursátiles, aunque el número de inversores efectivos ronda los 30 millones. Son éstos, con sus entradas y salidas diarias, los que alimentan los enormes volúmenes de las transacciones que se realizan. Pero sobre todo son ellos los que, con su manía de comprar a cualquier precio, sostienen el perverso juego de las expectativas, que, día tras día, estimulan al toro a invertir cada vez más rápido en la arena de la bolsa roja.
Hace menos de dos meses, ese toro parecía irremediablemente tocado. Corría un martes cualquiera del mes de febrero. El día anterior, la bolsa de Shanghai había superado, por vez primera en su historia, los 3.000 puntos. Pero bastaron cuatro rumores sobre una hipotética tasa sobre las ganancias de capital para que, en pocas horas, el índice se desmoronase a golpe de ventas: se hundió un 9 por ciento y sembró el pánico en todas las bolsas del mundo. Hoy, el marco general de la bolsa roja es el mismo de aquel martes negro excepto en los precios, que han subido un 20 por ciento. El mercado sigue inundado de flujos continuos y masivos de liquidez. La gente desinvierte del ladrillo, considerado cada vez más una inversión de riesgo, para meter su dinero en la bolsa. Y los especuladores apuestan impertérritos por la revaluación del yuan.
Mientras, la economía real no da signos de aminorar su carrera. Y los fondos de inversión, que el año pasado triplicaron su cosecha en el mercado doméstico, siguen invirtiendo a manos llenas. La semana pasada, por ejemplo, JPMorgan anunció que en pocas horas había recibido 11.500 millones de dólares de suscripciones para un nuevo fondo; es decir, cerca de 10 veces más del objetivo inicial.
'Martes negro'
El escenario sigue sonriendo. Pero los precios y los múltiplos de muchos títulos, sobre todo de las blue chip más buscadas por los que juegan en bolsa (los valores de gran capitalización y liquidez), han alcanzado niveles demasiado elevados, según las advertencias de los observadores más prudentes. "¿Qué va a pasar al final?", se preguntan los que tienen más de memoria y no consiguen olvidar la angustia del martes negro. Imposible predecirlo.