Centros de llamadas atraen a miles de jóvenes por mejor salario



    Por Virginia Hebrero

    Manila, 24 may (EFECOM).- Los centros de llamadas (call centers), que han proliferado como setas en Filipinas en los últimos años, se han convertido en un gran polo de atracción para miles de jóvenes filipinos, que aspiran a trabajar en esta floreciente industria de servicios.

    Si en el año 2000 había sólo cuatro centros de llamadas en el archipiélago, y empleaban a 2.400 personas, a finales de 2005 estaban registrados 105 de estos centros, en los que trabajan unas 112.000 personas.

    Los salarios superiores a la media nacional son el principal reclamo para los jóvenes universitarios filipinos, que constituyen el grueso de los trabajadores en los centros de llamadas.

    Salarios de entre 10.000 y 13.000 pesos mensuales (192 a 250 dólares), lo normal en este trabajo, son superiores a los que se reciben en trabajos administrativos, bancarios u otros similares.

    Mariví Armas, una universitaria hispano-filipina de 22 años, afirma que trabajar en un "call center" es "lo mejor pagado".

    En su caso, trabajando para una empresa estadounidense que ofrece informes para créditos, a ese salario sumaba un plus de otros 10.000 pesos (250 dólares) por saber español además de inglés y poder atender a los clientes en ese idioma.

    "Trabajando en un banco no ganaría más de 8.000 pesos (153 dólares) y con horarios muy largos", añade.

    Pero la contrapartida de la ventaja económica son los horarios casi siempre de noche-madrugada, teniendo en cuenta que la mayoría de los centros de llamadas atienden a empresas estadounidenses o europeas.

    Además de trabajar mientras la gente duerme, otras desventajas añadidas son la escasa vida social que permite ese horario, el tener el tiempo totalmente supervisado -"hasta para ir al baño"- o el desgaste y la tensión que produce estar tratando por teléfono con clientes no siempre amables.

    No obstante, trabajar en uno de estos centros da cierto estatus social, y muchos de sus jóvenes empleados afirman que lo hacen porque el sueldo les permite vivir la vida que su generación busca, comprar la ropa de marca que desean y otros caprichos.

    Los centros de llamadas se han extendido por las principales ciudades del país -Manila, Clark (donde se encontraba la antigua base estadounidense), Cebú, Dumaguete o Davao- para atender especialmente a empresas de Estados Unidos en busca de mano de obra barata para sus "ciberservicios".

    El meteórico crecimiento de esta industria en Filipinas ha situado al archipiélago como el principal rival de la India, que ocupa el puesto "número 1", le ha llevado a captar el 20 por ciento del mercado mundial y se calcula que podría capturar el 50 por ciento antes de 2008.

    La disponibilidad de mano de obra barata, con dominio del inglés americano y con especialización informática ha convertido a Filipinas en una cantera de trabajadores para los centros de llamadas.

    Y para la economía del país, en una fuente de ingresos en divisas que complemente a las remesas que envían los nueve millones de emigrantes filipinos.

    Además del imprescindible inglés, el conocimiento del español constituye, como en el caso de Mariví, un "plus" para poder acceder a estos puestos de trabajo, con el fin de atender a la cada vez más numerosa comunidad hispana de Estados Unidos.

    Como constata Javier Galván, director del Instituto Cervantes de Manila, el aumento de estudiantes matriculados que se ha experimentado en los últimos tres años se debe al deseo de muchos jóvenes de trabajar en los centros de llamadas.

    El éxito de esta industria en Filipinas ha llevado, paradójicamente, a los expertos a preguntarse si el fenómeno corre peligro de tocar techo por falta de trabajadores, dado que el crecimiento de estos centros ha ido paralelo con el aumento del flujo de emigrantes cualificados al extranjero, precisamente el tipo de empleados que precisan estas empresas. EFECOM

    vh/alf