Empresas y finanzas

El punto y final de Blesa en Caja Madrid: se acabaron las malas prácticas



    Hace más de trece años que accedió a la presidencia de la segunda caja de ahorros del país. Lo hizo con cierta polémica. Hoy se va tras doce meses de tensión y crispación interna. Miguel Blesa no quería dejar el cargo, como ha confesado la semana pasada, pero pocos le apoyaban para continuar en Caja Madrid. Los dos principales partidos, PP y PSOE, habían perdido la confianza en él. Caja Madrid elegirá hoy a Rodrigo Rato como nuevo presidente.

    Aunque abrió la caja de los truenos cuando decidió adelantar el calendario electoral para neutralizar la reforma legislativa que preparaba Esperanza Aguirre y así poder perpetuarse en el poder, las decisiones polémicas ya le habían acompañado a lo largo de su mandato, a veces con la resistencia de parte de su consejo, que en más de una ocasión le había pedido cuentas por sus actuaciones.

    Así fue cuando, en declaraciones públicas, afirmó que la oferta de la alemana E.ON por Endesa le parecía la más atractiva o cuando fichó a Carlos Vela para dirigir el holding financiero Cibeles.

    Los números que deja tras de sí también están llenos de claroscuros. La morosidad de Caja Madrid es una de las más elevadas del sector. Se sitúa por encima de la media, casi el 5,5%, y la caída de beneficios supera el 65% en 2009, a fuerza de inyectar millonarias provisiones. El descenso duplica a las previsiones que maneja el sector de cajas para los resultados del pasado ejercicio, de en torno al 30%.

    Además, las cuentas finales, "que me dan algo de pena" según afirmó el jienense en su última presentación de resultados, guardan el dudoso honor de cosechar pérdidas trimestrales de 66 millones de euros, las primeras registradas entre las mayores entidades españolas y una de las pocas que hasta el momento se han desvelado.

    Blesa, personaje obstinado

    De esta foto "algo movida" no sólo es responsable la crisis financiera, sino la asunción de riesgos excesivos en el sector inmobiliario y su obstinada dedicación a mantenerse en el sillón presidencial, por mucho que insista una y otra vez en que la entidad no se ha visto perturbada por la guerra interna y que la gestión ha mantenido su normalidad.

    Ejemplo de cuestionable prudencia es el crédito de 1.000 millones de euros que concedió a la inmobiliaria Martinsa-Fadesa, que tantos quebraderos de cabeza dio al propio Blesa y al consejo de administración de la entidad una vez que la promotora entró en concurso de acreedores, a mediados del año 2008.

    El caso Martinsa ha sido uno de los asuntos que ha debilitado el poder interno de Blesa en los últimos tiempos, aunque no el único. No tanto por el crédito, sino más bien por el fichaje del ex consejero delegado de la inmobiliaria para tomar las riendas del holding Cibeles, uno de los más sonados fracasos, hasta el momento, del presidente en funciones de Caja Madrid.

    El nombramiento de Carlos Vela suscitó el enfrentamiento de algunos consejeros con Blesa. Finalmente, éste tuvo que recular y reclamar a Vela que abandonara la compañía tan sólo varias semanas después.

    Aventuras en el extranjero

    Cibeles cambió de primer ejecutivo, pero la guerra interna y la situación del mercado bursátil hicieron saltar por los aires su salida a bolsa, a pesar de las pautas dictadas por el Banco de España. Para que la suspensión de la operación no tuviera consecuencias mayores en el sector financiero -justo después de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers-, el supervisor dio de plazo a Caja Madrid otro año más para colocar su filial de participaciones financieras. El periodo ha terminado y el proyecto Cibeles continúa sólo en la mente de Blesa.

    La conquista de nuevos mercados ha sido una de la obsesiones del presidente de Caja Madrid, que en más de una ocasión tuvo que aplazar. Le ocurrió a finales de 2007. Acababa de vender, por entonces, su participación en Endesa. La operación supuso unas jugosas plusvalías que quería destinar para la compra de bancos en el extranjero. No pudo, porque el consejo se inclinó por utilizar parte de estas ganancias a garantizar la españolidad de Iberia, que estaba amenazada por la oferta realizada por Britsh Airways.

    Blesa, de todos modos, adquirió su banco en el exterior meses después. Se trata de City National Bank of Florida, situado en el Estado nortemericano elegido por otras entidades españolas para desembarcar en la primera potencia mundial. Pero ninguno de ellos pagó tanto por los activos en Florida. Los analistas señalaron al conocerse la compra que el coste había sido excesivo, la misma conclusión que extrajo el Banco de España en el informe en el que aprobó la operación.

    Aunque City National Bank fue capaz de mantener la calificación otorgada por las agencias de rating, a pesar de estar en una de las zonas más golpeadas por la crisis inmobiliaria, no pudo impedir que su beneficio cayera en picado y entrara en números rojos de manera temporal.

    La otra gran propiedad de Caja Madrid en el continente americano, la sociedad hipotecaria mexicana Su Casita, también notó las turbulencias. Caja Madrid tenía en marcha aumentar su participación, pero tuvo que anular la adquisición por las dificultades financieras de Su Casita. La compra se trasformó en una amplicación de capital que, como máximo accionista, tuvo que suscribir para dotar de liquidez a la hipotecaria.

    La fusión salvadora

    Pero la obsesión que le ocupó durante los últimos meses era apurar las posibilidades para continuar seis años más. Así, mientras trababa la aplicación de la nueva Ley de Cajas de Madrid, maniobraba para cerrar una fusión que hubiera evitado su marcha.

    Se aprovechó del sempiterno enfrentamiento entre Esperanza Aguirre y Ruiz Gallardón para obtener apoyos que avalaran una integración. No es casual que una de las últimas modificaciones legales de la Comunidad de Madrid fuera la de asegurarse el veto en caso de que la caja sellara una fusión virtual.

    Tal es así, que la entidad cuenta con unos estudios pormenorizados de las distintas alternativas para participar en el proceso de reordenación del sector. Entre ellas, las opciones que se manejan como prioritarias son una unión con Caixa Galicia y Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) o la absorción de Caja Ávila y Segovia.

    Explorando todas las posibilidades, Blesa también tanteó la opción de obtener un sillón en el consejo de administración de la nueva aerolínea resultante de Iberia y British Airways, que le hubiera proporcionado una salida aceptable.

    Años atrás, otro nombramiento en un consejo también estuvo rodeado de polémica. Tras ceder, sin compensación para Caja Madrid, el control de Realia a FCC en caso de discordia, obtuvo la propuesta de ser consejero independiente de la constructora. La maniobra, que levantó recelos en el consejo de la entidad financiera, tenía un pequeño inconveniente: vulneraba de pleno las normas de Buen Gobierno Corporativo.

    La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) desaprobó la materialización de ese nombramiento, que finalmente no se hizo. Poco después, eso sí, Blesa entró en el consejo de FCC pero en calidad de consejero dominical, es decir, representando a Caja Madrid y no a título personal como pretendía en un principio.

    Ésta y otras actuaciones han creado un ambiente tenso en el órgano administrativo de Caja Madrid en los más de 13 años de mandato de Blesa. Su gestión no ha gustado a algunos miembros del consejo, los mismos que sesión tras sesión le han recriminado su actitud de querer perpetuarse en la presidencia, como si fuera un puesto vitalicio durante la guerra interna de los últimos doce meses.

    El futuro de Blesa

    Su sustituto, el ex director gerente del FMI, Rodrigo Rato, tendrá que arreglar sus errores y encauzar la entidad por otras vías.

    Mientras tanto, según aseguró en la última presentación de resultados de Caja Madrid, pensará su nuevo quehacer laboral. Aún no ha decidido que camino va a seguir. Algunas fuentes sostienen que volverá al bufete de abogados que dejó cuando su amigo José María Aznar, recién llegado a la presidencia del Gobierno, le llamó para tomar las riendas de la segunda caja de ahorros del país.

    Dejará, en principio, todos los cargos asociados a la entidad madrileña. Estos puestos serán ocupados, en parte, por los sindicatos, de acuerdo con el pacto de estabilidad firmado por Rato con todos los sectores representados en los órganos de gobierno de la caja. El pacto tendrá una vigencia de seis años y permitirá una gestión tranquila al ex vicepresidente del gobierno.