'100% África', en el Guggenheim de Bilbao, muestra el arte del continenteAntes de 1989 no tenía ni idea de que pudiese existir en África una creación contemporánea de tal riqueza", manifestó el coleccionista Jean Pigozzi cuando visitaba la exposición del Centro Pompidou de París Magiciens de la terre, que reunía por primera vez a artistas de varios continentes en un intento de reivindicar una mirada multidireccional de la historia del arte moderno.Es a partir de ese momento cuando este filántropo italiano comenzó a crear la Colección de Arte Africano Contemporáneo, que desde hace 15 años se ha convertido en un referente internacional con más de 3.000 obras de todas las técnicas y estilos, como puede apreciarse en la selección que se exhibe en la muestra 100% África, en el Guggenheim bilbaíno.Entre los autores más significativos se encuentra el gran artista universalista de Costa de Marfil Fréderic Bruly Bouabré, creador del alfabeto Bété en 1958, un sistema de ideas, elementos lingüísticos y pictogramas que documentan la tradición oral de su pueblo. En este mismo sentido de autoafirmación de la idea de comunidad se fundamenta también la obra de uno de los más célebres pintores congoleños, Chéri Samba, uno de los fundadores junto al colorista Chéri Chérin de la pintura popular zaireña, que reconoce que su arte "está impregnado de mi entorno, viene del pueblo y se dirige al pueblo".Caótica KinshasaEl artista Bodys Isek Kingelez, que reside en el corazón de la caótica Kinshasa, asume un compromiso estético y poético con el arte africano a través de sus "ciudades visionarias y utópicas". De la historia, cultura y tradiciones africanas se nutre el trabajo de Benin Romuald Hazoumé, cuyo reconocimiento en el ámbito internacional se debe a sus populares máscaras-bidón, rescatadas de los basureros y denuncia de la corrupción: transmiten la idea de que Occidente se ha acercado a África para expoliarla y utilizarla como vertedero de inmundicias.Además, se exhiben algunas de las instantáneas fotográficas de figuras destacadas como Keita, Sidibé, Ojeikere o Depara, cuyas obras son auténticos testigos gráficos de la historia de sus países, que se observan desde una perspectiva múltiple, que es precisamente lo que pretende esta inteligente exposición: mirar con nuevos ojos al continente olvidado.