Pedro Sánchez ha vuelto a ejercer de ajedrecista y, en una sola jugada, ha reposicionado varias piezas del tablero político. El presidente del Gobierno viene afrontando, desde su llegada al poder el pasado mes de junio, tres frentes principales que el pasado jueves, en Barcelona, logró encauzar en un solo lance del juego. Esos frentes son: primero e indispensable, lograr la aprobación de los Presupuestos para 2019; segundo, suavizar el conflicto independentista sin que le pase factura; y tercero, esquivar un adelanto electoral con resultado más incierto tras la reciente pérdida del feudo socialista andaluz. El gambito ideológico de Sánchez se ha centrado, según explican fuentes políticas a elEconomista, en azuzar el fantasma de ¡que viene la derecha!, y más derecha que nunca. Su estrategia se ha centrado en vender un contrafactual al independentismo: si no hacemos buenas migas, vienen juntos las 'gaviotas' y los 'naranjas', pero ahora con Vox, que ya hemos visto en Andalucía hace tres semanas cómo asciende la formación de Santiago Abascal. El mensaje es: ojo, que el artículo 155 que pueden acordar estas fuerzas tras unas elecciones generales adelantadas en las que más sumen mayoría puede ser el 155 al cuadrado, estratosférico e indigerible para un Govern que haya permitido ese vuelco político que conllevaría la pérdida de las atribuciones de la Generalitat por algo tan inopinado como negar el apoyo al dialogante Pedro Sánchez. Hay veces que tocando sólo una pieza del tablero se recoloca toda la partida. Y así ha sido: de hecho, PDeCat y ERC ya han dado, el pasado jueves, su aval a la senda de estabilidad socialista, del 1,8 por ciento, como primera piedra del apoyo a los Presupuestos indispensable para mantener la legislatura hasta sus postrimerías. Juego a tres bandas La dificultad era, para Pedro Sánchez, dar una solución común a los tres frentes, y una solución que no implicara el sacrificio de alguno de los objetivos. El presidente lo consiguió el pasado jueves, gracias a la reunión de su Ejecutivo y el Govern, simulando que no era una reunión del Estado con una autonomía, tras sembrar incertidumbre sobre su formato definitivo. La reunión Estado- Generalitat, nutrida de participantes y con aspecto no sólo de cumbre, sino de que fue inter pares, ha brindado una suerte de triunfo político al independentismo que pueden exhibir tanto el PDeCat como ERC para justificar su apoyo a la senda de déficit del Gobierno socialista que apuntala un futuro voto a favor de los Presupuestos. No sólo eso, al tender una mano al Govern, Sánchez transita por la senda del diálogo que reclama ese independentismo que rechaza una solución al conflicto decidida en los juzgados. Además, el presidente del Gobierno hace guiños y promete inversiones para Cataluña. En el aniversario del 21-D, le brinda un protagonismo inusitado al conflicto catalán en una escenificación política sin precedentes trasladando La Moncloa a la Llotja de Mar, que es fue ayer el foco informativo de todo el país. Se celebró una reunión del Consejo de Ministros histórica, en pleno aniversario del 21-D, en la que se decreta la mayor alza del salario mínimo de la democracia, del 22 por ciento, y una subida a los funcionarios de todas las Administraciones, incluida la catalana. Pero no se quedó ahí la cosa: Sánchez seguirá renovando el protagonismo catalán en la última reunión del Gabinete del año, en el Consejo escoba del próximo día 28, cuando, además de aprobar medidas como el alza de cotizaciones, se prevé que su alocución posterior al cónclave del Ejecutivo sea un repaso de conclusiones sobre la reunión del pasado jueves de Sánchez y un grupo de integrantes de su Gabinete con el president Quim Torra y varios miembros de su Gobierno. El relato del contrafactual Con dos frentes ya embridados, Sánchez lograr acercar el tercero: agotar la legislatura. Se percató de que bastaba con transmitir al Govern el relato alternativo. ¿Qué pasaría si PDeCat y ERC no le ayudan a sacar los Presupuestos y le debilitan hasta impedirle estirar su mandato hasta su último minuto? Pues que el adelanto electoral sería inevitable y habría nuevas sumas y mayorías inéditas. Más aún: si las urnas remedan los resultados del 2-D en Andalucía depararán un ascenso de Vox y una virtual suma de PP, Cs y la formación de Abascal tendría mucho poder. Ahí es donde Sánchez futuriza para el independentismo ávido de diálogo la hipótesis de que ese bloque podría activar el 155 más duro que jamás se haya visto sobre la tierra, que nada que ver tendría con el sucedáneo de un Rajoy sin mayoría parlamentaria. Esa combinación del ¡que viene la derecha! con un escenario de Mad Max autonómico -el 155 más duro- sería muy difícil de soportar para un Govern que lo habría propiciado. Éste ha sido el jaque de Sánchez que ha limpiado el tablero uniendo tres frentes en uno. Así es más factible una victoria política... pese al malestar de muchos.