La marca japonesa está cerca de convertirse centenaria y lo hace en un excelente momento. Desde su fundación en 1920, la compañía que comenzó como manufactura de corcho y su primer vehículo fue una moto de tres ruedas para trasladar mercancías ha demostrado una coherencia especial. Esto se debe a unos valores sólidos, que se resumen en su lema drive together (conducir juntos), una máxima que se traduce en la idea de que el coche y el conductor deben estar en perfecta armonía y que se traslada a la experiencia de conducir el pequeño de los SUV de la marca. Tres años después de su lanzamiento original, el Mazda CX-3 hace una nueva aparición estelar, favorecida por la revolución en el mercado de los SUV más compactos mirando con orgullo a su hermano mayor, el celebrado C-X5. Este vehículo refleja como pocos los que supone 2018 en este segmento con una elegancia y un estilo que reflejan las necesidades de un público urbano con un espíritu muy joven, con guiños tanto al público femenino como el masculino, pero siempre con la estética como un valor de compra muy importante. Como dice la propia marca, el desarrollo de un coche de estas características se enfoca en el ser humano y eso se nota con creces. Conducir este coche, tanto por ciudad como por carretera, se convierte en una experiencia muy agradable, que se ve acentuada por sus detalles en el interior premium y un look de lujo. Alma y belleza Para conquistar de nuevo a los exigentes conductores enamorados del diseño, la marca japonesa ha prestado atención a lo que realmente im-porta despojándose de lo superfluo (inspirándose en la filosofía japonesa Kodo) con cambios importantes como una nueva parrilla delantera, nuevas llantas de aleación de 18 pulgadas que transmiten instantáneamente sensación de velocidad y una evolución de la gama de colores en la que cabe destacar el espectacular Soul Red Crystal. ¿Pero qué es exactamente el diseño kodo que va tan unido al universo de los vehículos Mazda? Kodo es el alma del movimiento, una filosofía que parte de lo artesano para conseguir transmitir vida y personalidad a lo materiales fríos con los que se construyen los coches. Para llenar de vida a las creaciones de la marca japonesa, los modeladores trabajan la arcilla con corazón y sentimiento permitiendo crear diseños intuitivos, una cosa que dista bastante del trabajo con tecnología digital que es la base del diseño de automóviles de hoy en día. Corazón con fuerza Respecto al interior, la filosofía del menos es más se sigue a rajatabla logrando que el conductor cree su propio espacio sin inferencias de elementos no necesarios algo que resulta en una conducción más relajada siguiendo con la filosofía del alma y el vehículo. El CX-3 también presenta novedades que cumplen las reglas del diseño más exigente a través de una sabia combinación de colores en el habitáculo (basados en la estética japonesa) y asientos de piel que eleva la sensación al lujo más deseado, y a su vez elementos prácticos como hueco para posavasos en las partes delantera y trasera, y un nuevo retrovisor anti-deslumbramiento con función de oscurecimiento automáticos. Los motores de la marca, los llamados Skyactiv, también han experimentado una evolución. Por una parte está el nuevo motor diesel con mejoras en la respuesta y emisiones, y que se presenta por primera vez en el CX-3. Y por otra, los dos motores de gasolina que han adoptado las novedades ya introducidas en el muy laureado Mazda CX-5 y que mejoran las cifras de consumo. Pero si algo destaca la experiencia de conducción del CX-3 es su insonorización y su energía. Es un vehículo de un tamaño ajustado, pero se comporta en carretera con una garra que no se espera -y con un silencio peculiar-, y esto sin perder un ápice su carácter de joya del diseño.