La entrada en el capital de CAF implica la recuperación de una política que en los años noventa permitió que surgieran empresas hoy líderes como Gamesa, Aernnova, ITP, ArcelorMittal Sestao, etc. El Ejecutivo de Iñigo Urkullu acaba de dar un gran paso en su estrategia de política industrial entrando en el capital del grupo ferroviario CAF, que cotiza en bolsa, al adquirir un 1,24 por ciento (por 15 millones) que estaba en manos de Kutxabank. Se trata de la primera operación -y no será la única- orientada claramente a fortalecer el "arraigo" de las empresas vascas estratégicas y tractoras de su economía. No se trata de un plan de rescate de empresas en crisis (eso no lo permitiría la Comisión Europea por las reglas de Defensa de la Competencia), sino de apoyo, acompañamiento y fidelización de relevantes empresas vascas, para convertirse en sus socios estables y de largo plazo, pero también con un objetivo de rentabilidad en las inversiones que se vayan a realizar. La entrada en CAF supone la primera ejecución de una de las actuaciones previstas en el Plan de Industrialización 2017-2020, aprobado por el Gobierno vasco en julio pasado, dentro del apartado de "financiación de empresas tractoras o pymes con potencial de crecimiento", para lo que se articula todo un conjunto de mecanismos de capital riesgo, participaciones directas y créditos participativos. Este liderazgo inversor del actual Gobierno vasco implica recuperar la política industrial de Euskadi de los años noventa, que permitió la consolidación de importantes compañías, algunas de las cuales, tras crecer han llegado a convertirse en líderes internacionales de sus respectivos sectores. Sin embargo, en los dos últimos años Euskadi ha visto cómo parte de estas empresas emblemáticas han sido adquiridas por grupos internacionales, lo que aleja sus centros de decisión. Entre las firmas emblemáticas que pudieron consolidarse y crecer gracias al apoyo directo del Gobierno vasco, mediante tomas de participación en su capital o financiación estaban las aeronáuticas ITP, Gamesa, Aernnova y la antigua acería ACB (ahora ArcelorMittal Sestao). Otras relevantes empresas también vieron la luz por iniciativa promotora del propio Gobierno como Eólicas Euskadi, Euskaltel o Naturgas, que tras posicionarse en el mercado fueron privatizadas. El hecho de que la primera inversión directa del actual Gobierno vasco haya sido CAF no es una improvisación, ni mucho menos una casualidad: responde a una llamada directa del presidente de CAF, que en septiembre pasado se lamentó públicamente de que Euskadi había "perdido como sociedad la capacidad de tener mecanismos que ayuden al arraigo y al desarrollo de las empresas". Esta frase hay que situarla en un contexto en el que uno de los principales accionistas de CAF, el banco vasco Kutxabank, está inmerso en una estrategia de desinversiones industriales y que en dos años ha implicado reducir casi a la mitad su presencia en el capital del grupo ferroviario, de ostentar casi el 20 por ciento, ahora su peso supera por poco el 10 por ciento. Relevo en la cartera industrial La iniciativa del Gobierno vasco de tomar participaciones en "empresas rentables", para apoyar su "crecimiento" y "arraigo" en Euskadi, está liderada por dos de los consejeros de mayor relevancia en el Ejecutivo de Urkullu, la titular de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, y el responsable de Hacienda, Pedro Azpiazu. Detrás de esta estrategia se encuentra la necesidad de cubrir el vacío que dejan las entidades financieras al desprenderse de sus carteras de participaciones empresariales por las penalizaciones que imponen a estas inversiones la regulación internacional de Basilea. En su día, el banco BBVA tuvo una fuerte cartera de participaciones empresariales vascas, que después canalizó hacia la sociedad inversora IBV (en la que participaba a partes iguales con Iberdrola), pero que finalmente fue desprendiéndose de dichas inversiones (Vinzeo, Azerti, Landata, Gamesa, etc.) y quedándose sin actividad. El relevo lo tomaron las antiguas cajas de ahorros vascas, que en 2012 cuando se fusionaron para crear Kutxabank, el banco nació con un paquete industrial valorado en 4.500 millones, en las que destacaban participaciones muy relevantes en empresas como Iberdrola, Euskaltel, CAF, Sabadell-Guipuzcoano, Ibermática, Ingeteam, Petronor o empresas energéticas globales con presencia en Euskadi como CLH, Enagas, REE, etc. Hoy el número de participadas se ha reducido muchísimo y se mantiene la presencia en firmas emblemáticas como Iberdrola, Euskatel o CAF, pero con una estrategia de seguir reduciendo su participación. Otra razón que ha llevado al Ejecutivo de Urkullu a invertir ahora en CAF son los retrasos y complicaciones que está encontrando la creación del gran fondo inversor, de capital público privado, para asegurar el arraigo de las grandes empresas. Se lleva dos años trabajando en la formación de ese fondo y aún no está clara la fecha de su materialización. Se pretende que nazca con 250 millones, de los que el Gobierno vasco aportará 100 millones.