L o que hace unos años parecía estar al alcance de unos pocos, se ha popularizado tanto que el mundo de los cruceros se encuentra en constante ebullición y crecimiento. Cada temporada crece el número de cruceristas, así como los itinerarios, la temporalidad de los desplazamientos por mar, la duración de los viajes y las flotas de las diferentes compañías que se mueven por todo el mundo -ofreciendo su producto, mezcla de ocio, diversión, aventura, turismo, conocimiento cultural, gastronómico...-. Pero no sólo eso es lo importante, ya que hay que descender un poco a la tierra para comprobar la economía que genera, el volumen de dinero con el que contribuye esta industria, tanto de facturación directa, de movimiento en los puertos y en los proveedores, como en los cientos de miles de empleos que genera. Aunque se habla de la potencia que tiene el mercado de Estados Unidos, por el Caribe, que es el primer mercado a nivel mundial, y cuando muchas de las navieras apuntan a que el futuro pasa por llegar a posicionar sus barcos, -algunas ya lo han hecho- en el continente asiático, sobre todo en China o en los Emiratos, e incluso se habla de un crecimiento sostenido en Australia, lo cierto es que en Europa es un mercado que está a muy corta distancia del estadounidense, como se demuestra por la apuesta de todas y cada una de las principales navieras por contar con barcos en el Mediterráneo, Adriático o Báltico. La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (Clia) ha publicado su Informe Anual de Contribución Económica de Europa 2016, que recoge los datos correspondientes a la temporada anterior, en cuanto al movimiento de cruceristas, y a las cifras con las que el sector contribuye a la economía del Viejo Continente. El cierre del ejercicio se sitúa en un volumen de movimiento económico de 40.950 millones de euros, lo que supone un nuevo récord para el sector, con un incremento de un 2 por ciento con respecto a los 40.200 millones del año pasado. La contribución que se puede considerar directa generada por la industria alcanzó 16.890 millones de euros, 290 millones más que en el año 2014 cuando se llegó a los 16.600 millones. De esta cifra, los cinco principales mercados de Europa: Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y España, representan más de un 80 por ciento. Este crecimiento que se viene produciendo, pese a la crisis, desde el año 2010, demuestra, según ha señalado el presidente de Clia Europa, que es también presidente de MSC Cruceros, Pierfrancesco Vago, que la industria de cruceros continúa contribuyendo significativamente a la recuperación de la economía europea. A su juicio, "el impacto es claro", y ha destacado que cada vez son más europeos los que están apostando por disfrutar de vacaciones a bordo de un crucero, a la vez que hay más personas que optan por Europa como destino. Aunque siempre hay que ser "cauto" de cara al futuro, desde Clia se considera que el crecimiento del sector se va a mantener al alza en los próximos años en porcentajes situados en el entorno del 2 por ciento. Europa se ha consolidado como el segundo mercado mundial que más pasajeros aporta, 6,6 millones, un 3 por ciento superior a 2014. El estudio aporta la estadística de que 6,12 millones de cruceristas embarcaron desde los puertos europeos, un 4,5 por ciento más que en 2014. En cuanto al número total a nivel mundial, se está en cifras que pueden aproximarse a los 24 millones de cruceristas, 23,2 millones en 2015. Otros datos interesantes aportados por Clia es el número de las empresas de cruceros que están domiciliadas en Europa, 39, que operan 133 barcos con una capacidad de alrededor de 149.000 plazas, es decir, que son 3.000 más que en 2014. Hay también otros 73 buques pertenecientes a navieras no europeas, con aproximadamente 100.000 camas, unas 11.000 más que en el año anterior. España, en el 'top 5' europeo La construcción mundial de cruceros está en alza, como indica que los astilleros europeos, los principales en este tipo de barco, tienen una cartera de pedidos de 48 nuevos buques hasta 2019, con un valor total de 27.000 millones de euros. España es el cuarto mercado europeo que más se beneficia de la industria de los cruceros, con una contribución de 1.323 millones de euros, un 9,5 por ciento superior a 2015. Desde 2008, la contribución creció en el país un 22,5 por ciento, y en 2015 generó 28.576 empleos -12,1 por ciento más que en 2014-. Como destino es el segundo de Europa, tan sólo por detrás de Italia, con 5,93 millones de cruceristas que hicieron escala en algún puerto español, y también ocupa la segunda posición como puerto de embarque, con más de 1,28 millones de pasajeros. En cuanto a los españoles que hicieron un viaje de este tipo, la cifra se va acercando cada vez más a la mítica de los 500.000, ya que en 2015 fueron 466.000 y se espera que al cierre de 2016 se esté en el entorno de los 480.000. Barcelona se mantiene, un año más, como el primer puerto de Europa, con 2,54 millones de pasajeros, y el cuarto del mundo; y el de Palma de Mallorca ha logrado crecer hasta situarse en tercer lugar, con un total de 1,72 millones de cruceristas. Otros puertos españoles que mantienen un importante crecimiento son los de Las Palmas, con 1,05 -séptimo de Europa- y Tenerife, con 933.000, que ocupa la décima posición. Según Puertos del Estado, al cierre del mes de julio, el número de cruceristas que tocaron puerto español de salida, llegada o escala se ha situado en 4,27 millones, un 0,67 por ciento menos que en 2015; mientras que el número de cruceros llegó a los 1.946, un 1,46 por ciento más. Cruceros sobre raíles En un momento en el que el ferrocarril ha perdido una gran parte de su romanticismo viajero, y tan sólo se busca alcanzar más y más velocidad -superar los 350 kilómetros por hora-, Renfe ha vuelto a poner sobre los raíles a unos convoyes formados por trenes de otra época, de los años 20, equipados con todo tipo de detalles de lujo, para que aquellos que puedan permitirse pagar los más de 4.000 euros por persona que puede llegar a costar una semana en alguno de esos trenes, aprovechen la calidad comparable, y en algún caso superior, a la que se ofrece en los cruceros de lujo que recorren los océanos. Son cuatro tipos de trenes los que se consideran dentro de este concepto de lujo por parte de Renfe: el Al Andalus, que se ubica en el sur del país y que se desplaza por la vía convencional; y los que utilizan la vía métrica o de vía estrecha, como son el Transcantábrico Gran Lujo; el Transcantábrico de consideración Clásica y el más estándar Expreso de la Robla. Estos trenes movieron el pasado año más de 2.700 personas, con una ocupación de entre un 79,58 por ciento para el Al Andalus, hasta un 96,65 por ciento del Transcantábrico Gran Lujo, en una temporada que va desde finales de abril hasta mediados de mayo, y con unos resultados de negocio que superó los 7 millones de euros del año anterior, aun cuando aún no hay una cifra exacta por no haberse cerrado las cuentas del ejercicio. Todo comenzó para Renfe en el año 1983, cuando el operador ferroviario se dio cuenta de que tenía varias joyas en su patrimonio histórico, coches de los años 20 y 30 del siglo XX, y que con una oportuna rehabilitación se podía ofrecer un producto de lujo para aquellas personas que quisieran disfrutar de una forma diferente de hacer turismo, y de moverse en tren por la geografía española, no con el uso propio de medio de transporte, sino como forma de disfrutar de un viaje diferente. Desde esa fecha, los trenes de lujo de Renfe han pasado por diversas vicisitudes, siendo el único que ha estado operativo siempre en estos casi 35 años el Transcantábrico. En 2016 se han superado los 2.300 viajeros, con un crecimiento de más de un 4 por ciento con respecto al año anterior, con ocupaciones que van desde el 96,5 por ciento el Transcantábrico Gran Lujo (13 puntos más que en 2015), hasta el 79,5 por ciento del Al Andalus (10 puntos de crecimiento), pasando por el 84,5 por ciento del Expreso de la Robla (6 puntos más) y el 84,2 por ciento del Transcantábrico Clásico (12 puntos más). Asimismo, el mayor número de viajeros lo ha registrado el Transcantábrico Clásico, 945, seguido del Al Andalus, con 850 usuarios. El Al Andalus, denominado así porque nació para moverse por tierras de Andalucía, comenzó sus operaciones en 1985, y funcionó hasta 2005, año en el que canceló sus viajes, esperando siete años para ser restaurado y puesto de nuevo en servicio. En 2015 celebró su 30 cumpleaños y ha ido incorporando, poco a poco, un mayor abanico de viajes saliendo de tierras andaluzas para adentrarse en otras próximas como son las de Extremadura. Por su parte, el Transcantábrico cuenta con dos tipos semejantes y a la vez diferentes de tren, uno más lujoso que otro, dado que lleva suites, aunque su decoración general es similar, mientras que el otro mantiene las cámaras normales.