A medida que las valoraciones siguen encareciéndose hasta niveles no vistos desde la 'burbuja' de las 'puntocom' y la fatiga bursátil se deja llevar por expectativas y sentimientos, los consejos de la administración se muestran más reticentes a dar luz verde a la compra de títulos propiosEn momentos de atonía en la coyuntura económica, tipos de interés históricamente bajos y de descalabros en los precios del crudo como el iniciado a finales de 2014, la ingeniería financiera en forma de recompras de acciones surtió el efecto deseado por muchos inversores y engordó los beneficios por acción de muchas firmas. Tanto que las órdenes de compra de títulos propios se ha convertido en uno de los motores en la demanda de la renta variable estadounidense. Sin embargo, a medida que las valoraciones siguen encareciéndose hasta niveles no vistos desde la burbuja de las puntocom y la fatiga bursátil se deja llevar por una marea de expectativas y sentimientos, los consejos de administración se muestran cada vez más reticentes a dar luz verde a esta clase de planes que incluso muchos inversores comienzan a penalizar. "Estamos en las últimas etapas del ciclo de negocio, que generalmente está impulsado por el sentimiento", apunta Jill Carey Hall, estratega de Bank of America Merrill Lynch. "La reforma tributaria y otras políticas fiscales podrían alargar el ciclo algo más, pero las altas valoraciones también implican un ajuste brusco si hubiera una decepción política ", añade. Hasta la fecha, la agenda económica del presidente, Donald Trump, sigue retrasándose más y más a medida que la algarabía característica de su Administración azuza nuevas polémicas, como el súbito despido del director del FBI, James Comey. El mercado ya descuenta que la prometida rebaja del impuesto de sociedades o los incentivos para repatriar beneficios no se materializarán hasta 2018, pero con una Fed que continúa con su velocidad de crucero hacia la normalización monetaria y la bolsa americana en vías de soplar su noveno año consecutivo en positivo, las recompras de acciones ya no parecen tan apetitosas. La tendencia se ha ido esfumando Durante los últimos cinco años, las recompras han alcanzado un total de 2 billones de dólares, según Absolute Strategy Research, mientras que el número de compañías que utilizaron este tipo de estrategia tocó techo en 2015, cuando el 70 por ciento de los componentes del S&P 500 optó por ellas, según BofAML. Aún así, desde entonces, esta tendencia se ha ido esfumando hasta el punto de que durante 2016, las firmas recortaron su gasto en recompras en un 11 por ciento y en lo que llevamos de año la ejecución se ha desplomado un 20 por ciento, al tiempo que la autorización de nuevos planes avanza a su menor ritmo en cinco años (ver gráfico). "La media de los componentes del S&P 500 cuenta con una valoración que está a un 2 por ciento solo de los máximos históricos", de ahí que no tenga sentido recomprar en estos niveles, señala Ben Snider, de Goldman Sachs. "A medio plazo esperamos que estas empresas tendrán una mayor oportunidad de recomprar acciones con un múltiplo mucho más bajo que el actual", aclara. Precisamente, desde Goldman Sachs, estimaban a comienzos de año que las recompras podrían dispararse hasta un 30 por ciento hasta alcanzar los 780.000 millones de dólares ante las expectativas de una reforma tributaria que incentivase la repatriación de beneficios. El banco calculó que los componentes del S&P 500 podrían haber llegado a mover hasta sus cuentas estadounidenses hasta 200.000 millones, de los cuales 150.000 millones hubieran sido destinados a comprar acciones propias. "El retraso de la legislación fiscal implica que muchas firmas no aumentarán su efectivo para recomprar acciones hasta que las reformas sean claras", justifica Snider, quien estima que este año la cifra anual de recompras crecerá sólo un 2 por ciento.