S e ha convertido en un mantra: la industria del automóvil va a cambiar en los próximos cinco años más de lo que lo ha hecho en los últimos 50. Y es para creérselo, porque el tsunami tecnológico digital que ha entrado de lleno en nuestras vidas, impulsando la conectividad total, el almacenamiento casi ilimitado de información o Big Data, el llamado Internet de las Cosas… influye, y de qué manera, en la industria del automóvil. Los cambios ya están aquí. La digitalización ya no es una opción más a considerar, es una obligación, una necesidad en la constante búsqueda de mejora de la competitividad que caracteriza nuestra industria fabricante de vehículos. Y es, también, una gran oportunidad. La posibilidad de realizar, por ejemplo, fabricación aditiva a través de impresoras 3D dentro de nuestras plantas, o controlar en tiempo real todo lo que nos rodea, está ayudando también a que la industria crezca y mejore. Es la llamada Industria 4.0, que está generando nuevos métodos de fabricación, mejorando la eficiencia energética de las plantas y, también, optimizando la gestión de la complejidad (por otra parte, cada vez mayor) de nuestros procesos y productos para adaptarnos a nuestros clientes y a sus requerimientos, asimismo cada vez más notables. Pero estoy convencido de que estas fábricas cada vez más inteligentes en que se están convirtiendo nuestras plantas, nos están haciendo mejores y más competitivos. También que produzcamos con mayor calidad y de forma más segura. Todo ello encaminado, como digo, a satisfacer mejor a nuestros clientes. Estamos inmersos en un tremendo cambio. Para adaptarnos a él necesitamos actuaciones decisivas, tanto por nuestra parte como por la de la Administración y los diferentes agentes sociales. Tenemos que ser conscientes de ello. Como, por ejemplo, ya que hablamos de una época 4.0 dentro de la fabricación, impulsando una financiación industrial especialmente enfocada a la innovación en las plantas productivas. No tenemos que olvidar que la mejora constante de la competitividad industrial es el mejor camino para que las grandes multinacionales sigan confiando en España como un magnífico lugar para fabricar sus productos. Los próximos años serán muy importantes. Las continuas mejoras de competitividad de nuestras factorías a las que antes aludía, podrían darnos la posibilidad de aspirar a fabricar incluso más de esos tres millones de vehículos con los que esperamos cerrar el año 2017. Lejos de ser inmovilistas, el sector quiere potenciar más sus puntos fuertes y avanzar hacia lo que la sociedad de hoy nos demanda. Por ejemplo: los fabricantes de vehículos ya no somos únicamente eso, también somos proveedores de movilidad. Tenemos que atender a las nuevas generaciones que hoy nos solicitan desplazarse de una forma más eficiente, segura y sostenible. Y ya lo estamos haciendo. Es el caso de los servicios de car-sharing. Éstos se están introduciendo como una herramienta inteligente para desplazarse por las grandes ciudades, permitiendo a todo el mundo acceder a un vehículo, sin necesidad de tenerlo en propiedad. Y los fabricantes de automóviles, una vez más, estamos comprometidos con esta creciente realidad. La conectividad es otro de los desafíos del sector. Y ya estamos dando respuesta a esta sociedad hiper-conectada que hoy demanda la misma experiencia de conexión en el coche que en su hogar, o que mientras camina consultado su smartphone. Los nuevos vehículos ya son una pieza fundamental del ecosistema de la conectividad y lo van a ser todavía más. En el año 2020 el número de automóviles conectados en las carreteras mundiales rondará los 220 millones, lo que supone que el 75 por ciento de los automóviles comercializados entonces estarán interconectados. Esta es otra gran oportunidad, que no hecho más que empezar, para la industria del automóvil. Por otro lado, estamos viendo cómo el vehículo autónomo formará parte, sin duda, de las soluciones de movilidad inteligente del futuro. Los impactos positivos asociados a la introducción del vehículo autónomo y conectado deben potenciarse y coordinarse adecuadamente. Y aquí se abre, de nuevo, otra gran oportunidad para la industria española: la creación de un marco regulatorio adecuado, moderno y que impulse la movilidad inteligente y el vehículo autónomo y conectado nos daría una ventaja competitiva frente a otros países.