SEGUROSLa revolución tecnológica abre puertas en el mundo del seguro a los nuevos jugadores y desafía la forma de medir los riesgos Se avecina un tsunami sobre el negocio del seguro del que apenas se puede vislumbrar aún por dónde llegarán los mayores desafíos. A las compañías tradicionales, muchas de ellas centenarias, les toca adaptarse a un ecosistema con una capacidad increíble de seducción para nuevos jugadores de la talla de gigantes como Google o Amazon; alinear y preparar sus, a veces pesadas, organizaciones a las demandas del nativo digital y diseñar productos para nuevos negocios y riesgos, incluso, desconocidos con comportamientos aún por evaluar. La revolución tecnológica abre las compuertas a nuevos rivales. Colosos del tipo de Google o Amazon hacen sus pinitos sabedores de que poseen la llave espléndida: el Big Data o conocimiento al milímetro de los comportamientos del usuario -¿qué mejor seguro que el que pueda ofrecer traje a medida y precio ajustado al riesgo real?-. Por otro lado, irrumpen con fuerza las disruptivas bautizadas como insurtech. Su arranque ha sido posterior a las fintech -firmas tecnológicas asociadas al negocio bancario-, pero su proliferación es máxima: crecieron en censo un 230 por ciento el pasado año en el mundo, frente al 75 por ciento de las fintech. Y, en tercer lugar, se encuentran los fabricantes, tipo telecos o de automoción con capacidad, gracias a la digitalización y la tendencia a ofrecer servicios integrales, a plantar batalla por los clientes. Con el coche autónomo, de manera específica, planea la duda e inquietud sobre quién será el propietario de los datos acerca de las pautas de conducción y quién los podrá usar para, en su caso, el diseño de las pólizas o fijar precios ajustados ¿Qué impide, por otro lado, que estos fabricantes intenten expedir la póliza al sacar el vehículo del concesionario? La industria no teme tanto a los buscadores, grandes distribuidores online o telecos, que por el momento solo aspiran a entrar en la cadena de valor, como a los nuevos aseguradores tecnológicos. Su irrupción se ha visto clara con el auge de la economía colaborativa, que presenta un reto doble. Las exitosas propuestas tipo BlaBlacar, Uber, Cabify, Zipcar, AirBnb, etc., obligan, por un lado, a reinventar las fórmulas para encarar las coberturas y ello ha suscitado dudas legales, de seguridad y hasta de medición de riesgos y asignación de precios. El hecho de que confluyan múltiples propietarios o tomadores del seguro acarrea un problema de desconocimiento técnico de los riesgos asumidos para evaluar las pólizas, con el ejercicio actuarial. Pero, por otro lado, y en esta nueva forma de entender la economía, han empezado a proliferar aseguradoras también colaborativas que alteran las reglas del juego permitiendo a los clientes asociarse para reducir su prima con las ayudas de las redes sociales. Es el modelo utilizado, por ejemplo, por Friendsuranse o Guevara para automóviles o Lemonade para seguros familiares (hogar, tecnología, salir de deporte...) A diferencia de otras insurtech, donde las compañías tradicionales están dispuestas a buscar alianzas, estas firmas son rivales claros, que pisan fuerte con ofertas agresivas en precio y abriendo un nicho inexplorado, el de los microseguros: pólizas vigentes por horas o días... Entre los múltiples nuevos riesgos, figura en mayúsculas el derivado de la propia sociedad conectada: el ciberriesgo. El desafío es integral y recorre toda la columna vertebral de la industria. Según el manager del Área de Consultoría de Negocio de Everis, Pedro Egea, obliga a "transformar las capacidades internas", alineando estructuras, procesos y mecanismos de gestión, así como el talento con la nueva realidad. Además de ofrecer al cliente productos atractivos por la vía que desee -toca ser omnicanal-, Everis subraya la importancia de reclutar a nuevos perfiles profesionales y estar abierto a la colaboración laboral, a incorporar la inteligencia digital en procesos y hasta la robótica para maximizarlos.