La cartografía SIG, los automatismos, la recogida de datos a distancia y otros elementos 'digitales' son clásicos en el sector ENERGÍAEl sector del agua es veterano en digitalización. Fue de los primeros, allá por la década de 1990, en incorporar los Sistemas de Información Geográfica (SIG) para gestionar los caudales que recorren entubados el subsuelo al objeto de abastecer a los usuarios. Casi nadie había oído hablar de Internet -aún era de uso exclusivamente militar-, pero las tecnologías de la información ya propiciaron una auténtica revolución sectorial. Las comunicaciones siempre han sido una prioridad en la gestión de los recursos hídricos, por ser un recurso básico, escaso, y con gran capacidad destructiva. No por casualidad, la primera línea telefónica de España, que salió de Madrid, tenía como destino un centro de control del Canal de Isabel II en un pueblo próximo a la sierra desde el que se centralizaban los trabajos de captación de agua en alta para abastecer a la capital. Con la llegada de los SIG las compañías trasladaron los planos de sus redes y de las demás infraestructuras desde el papel al entorno digital. Hoy en día, según los datos de la Asociación de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS) y de la Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana (AGA), la práctica totalidad de los servicios de abastecimiento de agua potable tienen cartografía SIG -sólo en los ayuntamientos con menos de 50.000 habitantes hay un 20 por ciento que no dispone de ella-, al igual que más del 90 por ciento de los sistemas de alcantarillado, aunque en este ámbito todavía carece de él casi un 40 por ciento de las poblaciones pequeñas, del tamaño indicado. Algo más tarde llegaron los SIG a la gestión de las cuencas hidrológicas, pero en la actualidad todo el país está cartografiado. De hecho, han permitido una de las novedades de la Planificación Hidrológica en vigor: la gestión del riesgo de inundación, clave para incrementar la seguridad. Gracias a los modernos mapas SIG, hoy se pueden aplicar modelos matemáticos de simulación hidráulica para saber cómo evolucionarán los sistemas según se produzcan unos acontecimientos u otros, desde una ampliación de la población hasta una avenida. En Barcelona, Agbar ha desarrollado simulaciones notables sobre el impacto de la torrencial gota fría. Telemando desde hace décadas Y otros de los elementos que caracterizan a la digitalización, los automatismos y la telegestión, aterrizaron en el sector del agua también en la década de 1990, en cuanto hubo señales de radio seguras, con las que recibir datos y controlar a distancia las válvulas y otros elementos básicos de las redes. Las primitivas herramientas de captación de información y de telegestión se sustiuyeron durante la década pasada por redes de fibra óptica y en la actualidad disponen de ellas alrededor del 80 por ciento de las redes de abastecimiento y de saneamiento -el cien por ciento en las grandes ciudades-, si bien en las pequeñas urbes apenas llegan al 20 por ciento. Las combinación de la cartografía SIG y de la telegestión son claves tanto para la operación de los sistemas de agua como para su relación con el resto de infraestructuras urbanas, y han experimentado una revolución silenciosa que ha quedado lejos del gran público, únicamente preocupado si le falta el agua. Una revolución a espaldas del público Todavía hoy la gente no conoce prácticamente nada de la elevadísima tecnificación del sector del agua, en buena medida porque tampoco se ha preocupado por ello: el servicio se ha prestado con calidad y a unos precios asequibles en los que difícilmente se justifica una mayor tecnificación para que participara el usuario final. No obstante, la nueva tecnología empieza a cambiar las cosas de nuevo. Un buen ejemplo son los contadores inteligentes; firmas como el Grupo Aguas de Valencia están haciendo un gran despliegue, pero no tanto por las ventajas que tienen para los clientes -que las tienen- como por el incremento de eficiencia que proporcionan al operador, junto con la sectorización de las redes, al suministrar datos en tiempo real y permitir la minimización de las pérdidas de agua. Igualmente ocurre con el desembarco de los drones y otros robots para supervisar y reparar las infraestructuras, o con la modernización del automatismo de las grandes plantas de potabilización y tratamiento -o de desalinización- como pueden atestiguar Acciona o Abengoa. En el ámbito de la gestión de las cuencas, o del regadío, la tecnificación también está llegando, pero más despacio, en buena medida porque es mucho más difícil aplicarla en el ámbito rural o directamente en la naturaleza.