Ha sido la tendencia de consumo más rompedora de los últimos meses. Quizá por la cantidad de años que llevábamos oyendo hablar de la realidad virtual y por todo lo que se ha hecho esperar, lo cierto es que la expectación era máxima. Hay que reconocer que las gafas para disfrutar de vídeos y contenidos en 360 grados se convertían en las reinas de cualquier feria tecnológica. Si se veía a un grupo de gente haciendo cola, era seguramente porque esperaban a probar alguno de estos productos. Todos los grandes del sector han ido mostrando sus apuestas en este sentido. La primera fue Oculus Rift, adquirida en 2014 por Mark Zuckerberg, por 2.000 millones de dólares. No en vano, el fundador de Facebook sigue siendo uno de los grandes embajadores de esta tecnología. Después, le tocó el turno a Samsung y a sus VR Gear, que utilizaban la pantalla del móvil para proyectar esos contenidos y como fuente de ellos. Les siguió HTC con Valve y su proyecto Vive, claramente orientada al mundo de los videojuegos. En esa misma línea se encuentran las últimas en llegar, las Playstation VR de Sony. La firma nipona se apoya en los ya 40 milones de consolas vendidas Playstation 4 para popularizar esta tecnología. Otras marcas como LG, aparte de gafas, se han centrado en cámaras para grabar contenidos en 360 grados, convirtiendo al usuario en productor. Realidad fusionada Sin embargo, en paralelo a todos estos lanzamientos, en los laboratorios se trabaja en otros proyectos que podrían redirigir la realidad virtual hacia una nueva dimensión. Tanto Intel como Microsoft tienen la vista puesta en un nuevo concepto, que sería el de realidad fusionada (merged reality). Se han dado cuenta con bastante tino de que, hasta ahora, el mayor potencial para las gafas de realidad virtual se basaba en el mundo del entretenimiento, en especial para disfrutar de películas y videojuegos. Sin embargo, si fusionamos la realidad con otra virtual que se encuenta lejos de nosotros o que directamente no existe y que nos interesa recrear, el número de aplicaciones aumentaría. Entre otros ejemplos, podemos mencionar la posibilidad de realizar operaciones quirúrgicas o de maniobrar máquinas complejas a miles de kilómetros de distancia de donde nos encontramos... La reformulación de la realidad virtual que hace Intel con su proyecto Alloy no está lejos de los planes de Microsoft. El gigante de Redmond ya anunció que sus gafas se apoyan en la holografía, con esa idea de combinar lo real con lo virtual y hacer compatibles ambos mundos, por ejemplo, en las videoconferencias. Ya sean para entretenimiento o para fusionar ambas realidades, el usuario ya tiene en su mano vivir esas experiencias inmersivas en 360 grados. Como siempre, él decidirá el futuro de este boom.