La baja expectativa de ganar con la renta fija, condicionada por un precio del dinero que cuesta nada y las compras de bonos del BCE, empuja al ahorrador hacia activos de más riesgo. Este año, los productos que invierten en bonos ganan un 0,3% por debajo del 8% que ofrecieron en 2014Se acabó el mito: la renta fija no es tan fija como se pensaba. Con ella también se puede perder dinero, y eso lo están experimentando este año, según los datos disponibles en Morningstar, un 42 por ciento de los fondos de deuda, el dato más elevado de los últimos nueve años -ver gráfico-. Un gran salto teniendo en cuenta que en 2014 solo el 1,9 por ciento de estos productos bajó. Los expertos aconsejan acostumbrarse a la volatilidad si se invierte en deuda pero, tras las altas rentabilidades que han ofrecido en los últimos años, el inversor tiene que hacerse a la idea. Álvaro Monterde, director de previsión social en March JLT, considera que “la renta fija se ha convertido en un activo con poca rentabilidad y mucho riesgo”. También Ignacio Izquierdo, consejero delegado de Aviva: “Hemos comunicado a los partícipes de esos fondos que las rentabilidades en renta fija, sobre todo a largo plazo, son muy bajas y con mucho riesgo”. Nunca antes el mantra de que rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras cobró tanto sentido. Ahora, los fondos de deuda diversificada en euros suben, de media, un nimio 0,3 por ciento en el año, por debajo del 8,15 por ciento de 2014. Por su parte, los de renta fija gubernamental en euros ganan un 0,8 por ciento de media, frente al 10,84 por ciento que repuntaron el año pasado, diez puntos menos -ver gráfico-. Por qué tanta volatilidad este año La rentabilidad exigida a la deuda ha sido una montaña rusa este año. En marzo, el rendimiento del español a diez años marcó mínimos históricos en el 1,14 por ciento, después de que Mario Draghi, presidente del BCE, anunciara un Quantitave Easing (QE) para invertir más de un billón de euros en activos de deuda pública y privada. Poco después también su homólogo alemán marcaba el nivel más bajo de la historia, en el 0,07 por ciento. Fue el punto de inflexión a partir del cual la deuda se dio la vuelta. En mercado, los inversores se miraban unos a otros preguntándose cuándo acabaría ese rally, y finalmente llegó. Una corrección inevitable que los gestores sabían y esperaban. El escenario era el siguiente: depósitos que ofrecían rentabilidades nominales muy bajas y bonos que se depreciaban y sufrían volatilidad. ¿Qué significaba esto? Muy sencillo, que los inversores tenían que asumir riesgo en sus carteras si querían conseguir ganancias. Sin embargo, cuando ya nada parecía esperarse de la deuda, el boom por activos más seguros volvió a ser tendencia, al calor del desenlace de la crisis griega y la incertidumbre que generó en el ámbito de las bolsas la temida ralentización de China. Entonces, la rentabilidad del bono español, que había alcanzado su máximo el 15 de junio en el 2,41 por ciento, se relajó hasta el 1,48 por ciento ante la expectativa de un incremento del QE en Europa mayor de lo esperado; también el alemán, hasta el 0,43 por ciento, alejándose de su máximo anual marcado el 10 de junio en el 0,98 por ciento. Tras la reunión del BCE el 10 de diciembre -y la subida de tipos al otro lado del Atlántico el día 17-, las ventas de bonos han tenido como consecuencia que la rentabilidad exigida al bono español haya subido hasta el entorno del 1,8 por ciento y la del alemán, hasta el 0,6 por ciento. Así, la prima de riesgo española, que mide la diferencia entre ambos, se sitúa ahora en los 114 puntos básicos por encima de los 107 puntos en los que comenzó el año. Las ventas se han instalado, también, en el bono americano. Su rendimiento exigido marcó su mínimo en febrero en el 1,64 por ciento, por debajo del 2,31 por ciento actual. Qué se puede esperar En cualquier caso, las expectativas de lograr más rentabilidad en renta fija son escasas, por no decir que nulas. No obstante, en el universo de bonos existen alternativas que podrían seguir siendo rentables si no quiere descubrir que es un activo con el que se puede llegar a perder dinero. Los bonos flotantes, la deuda corporativa, la renta fija ligada a la inflación y el high yield son las ideas que más se repiten en las perspectivas de las gestoras de cara al próximo ejercicio.