El negocio de la consultoría ha atravesado un momento complicado con la crisis económica, aunque no ha afectado a todas las compañías por igual. El comienzo del mandato de Eugenio Prieto como presidente del área de Iberia de A.T. Kearney se tradujo en un crecimiento del 50 por ciento en el periodo 2010-2015. Este es uno de los motivos por los que Prieto ha sido nombrado en los últimos días presidente mundial de la división de Industria e Infraestructuras -área que representa un 20 por ciento del negocio-. Con todo, el presidente de Iberia de A.T. Kearney se muestra humilde en un encuentro con elEconomista y reconoce que no hubiese sido posible sin contar con un "gran equipo de consultores". Sin embargo, cabe recordar que con este nombramiento, Prieto se convierte en el primer español en llegar a una presidencia mundial de esta firma y ya fue el primero en llegar al comité ejecutivo europeo. ¿Qué objetivos persigue desde su nuevo papel en la consultora? El primer desafío es asumir un rol mundial que tiene unas dimensiones muy importantes y es muy relevante para el conjunto de la firma. Además, nuestro principal activo es el talento y voy a tener que liderar un equipo de 150 socios y directores en todo el mundo. Somos motores de generación de ideas, ahora nos centramos en anticiparnos a las tendencias y liderar el espacio de la transformación de empresas. Por otro lado, queremos seguir creciendo a dos dígitos, pero de forma muy equilibrada entre los países desarrollados y los emergentes. Respecto a los últimos, nuestra prioridad está en Oriente Medio, Asia, Latinoamérica y, selectivamente, en Asia. ¿En qué país cree que va a producirse un mayor desarrollo de las infraestructuras? La industria española en este sector es líder a nivel mundial, tanto en capacidad de exportar como en los megaproyectos que están liderados por la propia industria española. Se van a desarrollar muchas infraestructuras en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, pero hay un gran número de países que requieren grandes infraestructuras. Los países desarrollados las requieren, ya que la tecnología avanza y se tienen que actualizar y mantener. En cuanto a emergentes, Oriente Medio, India y China son otros destinatarios. La clave no está en que las compañías españolas participen, sino que sigan seleccionando bien y tengan capacidad de elegir. ¿La financiación es más fácil? El mundo está lleno de liquidez. Una de las consecuencias de un mundo incierto es que el capital se protege y se vuelve mucho más conservador a la hora de invertir. Por sus ingresos recurrentes y por las garantías que aportan los Estados, las infraestructuras son caladeros naturales de inversión. No obstante, necesitan estabilidad y seguridad política. Nosotros tenemos todavía que hacer mucha labor social con los políticos y la sociedad de admiración a la generación de riqueza porque es la base del bienestar social. ¿Ve un riesgo de inversión de cara a las elecciones? Hay una gran relación entre estabilidad política e inversión. Si el modelo es más estable, genera más inversión. La estabilidad política y social es vital para el bienestar social. Al final, lo que quiere un español es que sus hijos sean felices, tengan futuro con buenos valores, pero todo lo demás son ruidos. Hay que tener mucho cuidado con las valoraciones. Hay un 80 por ciento de cosas buenas y un 20 por ciento de cosas que hay que mejorar. Se ha generado una situación de inestabilidad emocional en la sociedad que crea un alto riesgo, porque somos un país que estamos entre los grandes europeos de atraer la inversión extranjera. Tenemos que ser prácticos y darle más importancia a lo que la tiene. ¿Qué sectores ve más potentes en las fusiones y adquisiciones? La industria es uno de los más importantes: requiere cada vez más escala y el liderazgo en costes es fundamental. No obstante, vamos a vivir una oleada de fusiones en prácticamente todos los sectores. Una crisis reputacional tan grande como la de Volkswagen, ¿puede afectar a la industria? El sector de la automoción es muy valioso, esta situación es puntual y tiene que ser corregida. De hecho, la reacción del grupo ha sido ejemplar: ha reconocido el error, ha dado la cara y ha planteado una solución. No obstante, veo que es un problema mayor no adaptarse a las novedades y desafíos (coches híbridos, eléctricos, autónomos...) que se presentan, que un hecho puntual como el del grupo Volkswagen. Otro de los sectores potentes de la firma es el del consumo y los grandes grupos españoles tienen pendientes la internacionalización. ¿Va a haber un proceso pronto? España puede sentirse orgullosa de la potencia de sus compañías, son capaces de diferenciarse y generar interés, de tal manera que otros quieren conocer cómo funcionan y competir con ellas. Esas compañías tienen una potencia en su modelo de negocio tan grande, que la internacionalización es una consecuencia de ello. No obstante, el crecimiento internacional tiene que ser selectivo, acompasado de tu propia capacidad de financiación (que puede ser complementado con otro socio) y con la ejecución. Son grandes compañías exitosas, muy sólidas en sus accionariados y van a tener mucha importancia a nivel nacional e internacional. ¿Están las compañías españolas al nivel del resto del mundo en el área de la transformación digital? Las firmas de nuestro país están al nivel de las empresas a nivel mundial. Son conscientes del desafío digital y la transformación necesaria. Nosotros recomendamos que sea una evolución y una convivencia natural. Defendemos una migración progresiva del modelo tradicional y del digital. Sin embargo, las compañías tienen que saber qué ideas digitales te añaden valor y cúales son fugaces. Nuestro trabajo es ayudar a los clientes a asesorarles qué ideas son más beneficiosas para ello. Además, tiene que evolucionar mucho la mente de las compañías tanto en la generación como en la ejecución de ideas.