Afecta a la mitad de los terminales instalados y podría generar 450 millones El cobro de comisiones por sacar dinero de efectivo prende también en la red de cajeros automáticos 4B de la mano del Santander. El grupo cántabro aplicará un cargo "similar" a los dos euros fijados por Caixabank y BBVA -ambas de Servired- cuando personas que no sean clientes utilicen sus dispositivos para sacar dinero. Entre las tres copan 20.000 de los 50.133 máquinas instaladas en España, a falta de que sumen nuevos adeptos -el Sabadell y Popular lo analizan, por ejemplo-. El movimiento, no exento de polémica, obliga al resto a plantearse la situación y mete más presión a entidades como ING Direct, Evo Banco y Bankinter, que ofrecen el servicio gratis a clientes en terminales ajenas para compensar las escasas instaladas de su propiedad. Bajo el paraguas 4B operan 12.700 máquinas del grupo Santander, del Popular, ING Direct y Banca March. A Servired, con 33.800 terminales, está enganchado el resto de bancos tradicionales, las rurales y grupos de excajas, como Bankia, que descarta emular los cobros. Euro6000 seguirá gratis En medio de la polvareda, las entidades socias de Euro6000, en cambio, han reafirmado su estrategia, que prohíbe los recargos a clientes de entidades cobijadas bajo la marca -agrupa unos 18.090 dispositivos de Ibercaja, Unicaja, Liberbank, BMN, Abanca y Kutxabank-. Las grandes entidades justifican el paso en que los cajeros automáticos cuestan dinero y la inversión es continua para mejorar el sistema. Niegan el doble cobro que han denunciado varias asociaciones de consumidores al Banco de España, como OCU o Adicae, alegando que el cargo por tarjeta es un servicio diferente al uso del terminal. El cambio de estrategia lo inició Caixabank en febrero. BBVA empezará en septiembre y el Santander a finales de ese mes u octubre, cuando acabe de adaptar el sistema. En la industria de medios de pago se daba por seguro que el camino iniciado por Caixabank lo transitarían muchas otras, si bien no antes de tenerlo despejado. Y es que la práctica se encuentra bajo lupa de la Comisión Europea y el organismo de competencia nacional, y parece no contar con un placet claro del Banco de España. ¿Se hace para empujar los ingresos? Sería una razón, no la principal. Según el Banco de España, los ciudadanos acudimos 905.096 veces al cajero para sacar 111.404 millones de euros -en comercios se realizaron más de 2,5 millones de pagos con tarjeta por 105.854 millones-. El uso del terminal para extraer efectivo oscilaría entre el 8 y 25 por ciento, de acuerdo a algunas estimaciones de la industria. Es decir, la banca se pelea por entre 140 millones y 450 millones de euros y a foto fija. Si algo ha demostrado la crisis es la rapidez en cambios de hábitos, en la medida que el usuario ha tendido a sacar un mayor importe cada vez que visita el dispositivo ante el inicio del cobro del servicio por algunas entidades y la desaparición de muchas máquinas con los ajustes de las fusiones. Desde 2008 han desaparecido 11.581 dispositivos y el parque de máquinas se ha deslizado de 61.714 a 50.133 en palaralelo con la clausura de sucursales. El importe medio extraído se ha incrementado al tiempo desde una media de 110 euros a 124 por visita al terminal. En el sector apuntan más a un pulso para ganar clientes. Mientras algunas entidades analizan cómo reaccionan, Bankinter y Bankia han decidido que no aplicará el recargo. ING Direct reafirmó ayer la gratuidad en el esquema 4B y mantiene invariable la política de uso en Servired. Y Evo Banco ha blindado la que es uno de sus diferenciales: la gratuidad en cajeros nacionales y en el extranjero. Para ello, a partir de septiembre, la filial del fondo Apollo devolverá a fin de mes a sus clientes las comisiones siempre que la disposición de efectivo sea de 120 euros o superior, para evitar un coste inabarcable por multiplicación de transacciones y hacer asumible su apuesta. Las entidades ya asumían 0,65 euros por tasas de intercambio por este servicio si decidían eximir del gravamen a sus clientes. El éxito de esta estrategia está en manos del cliente. Si ahuyenta al no usuario quizá pierda más por esos 0,65 euros que el banco emisor de la tarjeta cubría que por los dos euros finalmente aplicados a los clientes que acepten la comisión. A la inversa ahorrar al cliente el cargo, obliga a las entidades a hacer números y afinar bien la propuesta. Un efecto esperable de esta batalla bancaria y quizá también razón de su puesta en marcha, es que el ciudadano use el dinero de plástico para pagar directamente en las tiendas. Desplazar al abono en efectivo es un objetivo largamente perseguido por la banca, sin gran éxito.