María Dolores de Cospedal pidió la Vicepresidencia a Rajoy y su jefe le dio calabazas: como mucho un ministerio a elegir. Ella dijo no y mantiene la Secretaría General del PP, al menos hasta el próximo congreso del partido. Cambiarla a mitad de temporada hubiera quedado poco elegante. Traslademos la victoria de Soraya Sáenz de Santamaría al organigrama de la corporación que, como todo el mundo sabe, depende de la guerra que llevan librando Moncloa y Génova desde hace tiempo. José Antonio Sánchez está en RTVE porque se lo ha pedido su amigo Mariano Rajoy, y tendrá que aguantar ahí hasta que le diga el presidente y pueda marcharse al despacho estupendo que le tiene guardado Alierta en Telefónica. Pero José Antonio Álvarez Gundín sustituyó a Julio Somoano en la dirección de informativos de TVE cuando Cospedal empezó a dar puñetazos en la mesa (es un decir). Decía ella que era necesario hacer cambios en la corporación con el fin de ganar las elecciones. En realidad todo era una escaramuza de peones detrás de los cuales jugaban su partida las reinas del tablero: las dos abogadas del Estado que pugnaban por el control de los medios públicos. Hoy, Cospedal está condenada a ocupar su cargo de secretaria general porque lo exige el guión. Pero sus cartas están marcadas, las audiencias de TVE son lamentables. Soraya es de las que piensa que controlar unos informativos que no ve casi nadie no ayuda mucho. El experimento de Telemadrid ha acabado con Carmena de alcaldesa y Aguirre en el banquillo. Ahora le toca a Soraya dar puñetazos en la mesa (es un decir).