Enajena 51.670 millones desde su cota máxima, equivalente a vender el 23%El recurso a la realización de plusvalías en deuda pública para arreglar las cuentas ha relegado la importancia de la banca como financiador del Estado a sus posiciones más reducidas desde 2012. El valor de los bonos, letras y obligaciones del Tesoro en su propiedad ascendía el pasado mes de marzo a 172.702 millones de euros. El portfolio ha menguado un 23 por ciento desde que la industria bancaria marcó su récord como tenedor en junio de 2013 con 224.378 millones -magnitud 51.676 millones inferior a la actual- y, según las estadísticas del Tesoro, la salida se ha acelerado a medida que transcurría el tiempo. No en vano, la cartera se reduce un 14,45 por ciento en doce meses -cae en 29.190 millones desde marzo del pasado ejercicio-, siendo la bajada del 5,27 por ciento en solo tres meses -disminuye en 9.623 millones desde diciembre de 2014-. La dilución de posición responde a la convergencia de la necesidad de mejorar una rentabilidad insuficiente cuando las plusvalías latentes en deuda son, probablemente, las mayores acumuladas nunca. La mejora de los mercados y la confianza en la economía, junto a los tipos casi a cero de la eurozona, han empujado hacia cotas impensables el precio de títulos adquiridos, muchos de ellos, a bajas valoraciones cuando el Tesoro encaraba grandes dificultades para financiarse. Las entidades españolas acopiaron deuda a manos llenas en 2012 para arreglar apuros y, en muchos casos, hasta subsistir. Fueron el financiador principal de un Tesoro que llegó a pagar rentabilidades del 5 y 7 por ciento en bonos y letras para garantizarse el éxito de emisiones que rehuían los inversores extranjeros, suspicaces sobre la capacidad del país para sortear la crisis sin ser rescatado por Europa. El auxilio fue mutuo porque la banca acumuló deuda para acudir, presentándola de colateral, a las subastas a tres años realizadas por el Banco Central Europeo (BCE) para sofocar el ahogo de un sector al que se le habían cerrado los mercados de capitales y se disputaba a precios gravosos el ahorro de clientes. El sector hizo negocio entonces del carry trade: tomaba el dinero en el BCE al 1 por ciento y lo invertía en deuda de altísimos cupones. Esa rentabilidad ha caído a mínimos, pero el aprovechamiento vuelve a darse porque empuja al alza el precio de los títulos, que se mueven a la inversa de la rentabilidad. Algunos títulos colocados en plena crisis acumulan hoy ganancias del 66 por ciento, y la gran banca ha reconocido en sus informes plusvalías superiores a los 6.000 millones por dicha revalorización de la cartera. En 2014 y ahora desprenderse de esos bonos ayuda a engordar una cuenta donde los ingresos siguen débiles por el mínimo rédito de la cartera de crédito y la aún escasa contratación de productos y servicios generadores de comisiones.