Este ingeniero, abogado y economista fichó en 2008 por BBVA para Estrategia"Una empresa digital de servicios del conocimiento". Cuando Francisco González acuñó esta expresión para definir en qué quiere convertir a BBVA en marzo del pasado año, dio las riendas a Carlos Torres Vila de la que se ha mostrado ser la mejor atalaya para dar el salto a su primera línea ejecutiva: la neonata división de Banca Digital. Fue su penúltima remodelación y concedió a Torres Vila mando en plaza para transformar el grupo a través de una plataforma que, si bien chocó como eje vertebrador para un banco, casa al milímetro con la recalcitrante obsesión de González por la tecnología. Este salmantino nacido en 1966 -cumple 49 años este ejercicio- rompe con la tradición no escrita de que las cunas donde se curten un mayor número de consejeros delegados en la industria bancaria son las áreas Financiera, Red Comercial o Riesgo. Pero su curriculum desborda formación y una carrera indicativa de capacidad para asumir cargos de responsabilidad de lo más heterogéneo. Cursó ingeniería Eléctrica, se licenció en Empresariales por el Massachussets Instituto of Tecnology (MIT), en Derecho por la Universidad a distancia (Uned) y obtuvo el MBA de la Sloan School of Management. Con apenas 22 años entró en la filas de BISF/Cedonosa como analista financiero y consultor para dar un salto definitivo a la edad de 24 años en McKinsey. Esta consultora, reputada catapulta para innumerables ejecutivos, le acogió como socio entre 1990 y 2002. En cuatro años se convirtió en uno de los líderes de la práctica europea de electricidad y gas natural, hasta que en noviembre de 2002, Endesa lo fichó para el área de Estrategia, incorporándolo al Comité de Dirección. Con la eléctrica presidida por Manuel Pizarro, Torres Vila fue en gran parte artífice de la expansión de la compañía en Latinoamérica, que en 2007 premió su gestión sumando al sus cargos la Dirección Corporativa Financiera. En su envidiable trayectoria profesional apenas sombrea una pequeña tacha: dejó Isofotón a los cuatro meses de aceptar la presidencia y siguiendo la estela del también dimisionario consejero delegado José Luis Manzano, algo que se interpretó como fruto de tensiones internas por la presión en las cuentas de la fuerte expansión abrazada por el mayor fabricante español en energías fotovoltaícas. Será entonces, en septiembre de 2008 y apenas transcurridos cuatro meses desde su fallido desembarco en Isofotón, cuando lo reclama BBVA. Cinco años y medio al frente de Estrategia y Desarrollo Corporativo del grupo y adjunto a presidencia persuaden a Francisco González para encomendarle su soñada transformación digital. El presidente de BBVA es convencido radical de que "miles de bancos desaparecerán" por culpa de Apple, Google y otros jugadores digitales como Amazon, cuya irrupción en el mundo de los pagos y la desintermediación financiera es incipiente, pero decidida. BBVA lleva miles de millones invertidos en la apuesta por el click frente al brick -sucursal tradicional- sin que rinda aún dinero. Entre los desafíos que hereda el nuevo consejero delegado figura el que la tecnología genere ganancias, pero que también lo hagan las apuestas internacionales en Turquía o Estados Unidos y, en España, sacar chispas de la inmediata absorción de Catalunya Banc.