El poder adquisitivo de los trabajadores se desploma, mientras los beneficios de las empresas aumentanLa recuperación económica está llevando la fortuna a las cajas de las empresas americanas, pero no tanto a los bolsillos de sus trabajadores, víctimas de una erosión salarial irrefrenable. George Bush se está acercando al final de su Presidencia con una tasa de pobreza del 12,6 por ciento, que apenas ha variado desde 2004 y tras la que se esconden los rostros de 37 millones de indigentes.El declive de los ingresos ha sido denunciado por The New York Times: el salario medio ha perdido un 2 por ciento desde 2003, descontada la inflación.Lo suficiente para hacer retroceder los salarios, como componente del Producto Interior Bruto (PIB), a sus niveles más bajos desde 1947, cuando el Gobierno comenzó a elaborar la estadística. Y todo esto mientras los beneficios empresariales rozan ya los niveles más elevados desde los años 60 y la producción se mantiene. En el último lustro, la productividad creció un 16,6 por ciento, pero su compensación en los salarios sólo avanzó un 7,2.Más desigualdadLas presiones a la baja de los salarios, alimentadas por las transformaciones tecnológicas, la competencia global, la crisis de los sindicatos y la continua inmigración, siguen siendo objeto de polémica a la hora de medir la situación real de las familias americanas. Y es que, a menudo, tales mediciones no registran a fondo otras formas de renta, desde las stock options a los ahorros invertidos en Bolsa.Un ahorro, por otra parte, que tiene escasa incidencia en los trabajadores de las clases medias más débiles. E incluso un factor que, hasta ahora, mantuvo el nivel de vida de muchas familias, la cotización de los valores inmobiliarios, está dando síntomas de debilidad.Lo que está claro es que, en el primer trimestre del año, el peso de los salarios se ancló en el 45 por ciento del PIB respecto al 50 por ciento de hace cinco años y al 53,6 por ciento de 1970. Y cada punto porcentual equivale hoy a 132.000 millones de dólares. Añadiendo los beneficios, se alcanza el 56,1 por ciento, uno de los porcentajes más bajos desde 1966.La incidencia de los beneficios empresariales tiene una relación directa en el asunto. Goldman Sachs definió la caída de la renta en manos de los trabajadores como el mayor factor de impulso del crecimiento de los márgenes de beneficio empresarial.Las señales de malestar son evidentes. La propia Asociación de Empresas Manufactureras denunció esta semana el asedio a los salarios, sobre todo por parte de la cada vez más cara energía. El salario mínimo federal, oficialmente situado en 5,15 dólares la hora, ha bajado en términos reales hasta alcanzar su volumen más bajo de los últimos 50 años. El Congreso es incapaz de votar para que suba y la batalla entre liberales y conservadores está más viva que nunca en este punto.Malestar socialEn el informe sobre la pobreza, la Administración Bush puede reivindicar formalmente su primer año sin un empeoramiento estadístico. Pero poco más. La renta familiar media se mantuvo en 2005 en 46.300 dólares, pero como se combina con una tasa de pobreza inalterable, la conclusión del responsable de Análisis de la Oficina Federal del Censo, David Jonson, no es nada optimista: "Podríamos estar ante un incremento de la desigualdad".El aumento de la renta y de la riqueza media de los americanos esconde más desigualdad. Ganan más, por supuesto, los que más tienen. El 1 por ciento más rico se quedó en 2004 con el 11,2 por ciento de los salarios respecto al 8,7 por ciento de la pasada década.La población americana, sin asistencia sanitaria alguna, en la cola de la escala del bienestar, aumentó hasta los 46,6 millones desde los 45,3 millones. La ralentización de la economía, tras años de sólida recuperación, evidenciada en la caída de la confianza de los consumidores y en las preocupaciones por el empleo, no permitirá una fácil curación de este malestar social.