La atonía consumista que planea sobre el mercado español tras ocho años de crisis continúa haciendo de las exportaciones una bombona de oxígeno necesaria para las empresas agroalimentarias de nuestro país, que ven en los mercados internacionales una vía de crecimiento. Eso sí, no en todos. La adhesión de Crimea por parte de Rusia el pasado verano y las sanciones económicas con las que la Unión Europea respondió a ese desafío cambiaron el escenario. La respuesta del Krenlim al castigo comunitario cerró las fronteras rusas a los alimentos europeos, incluidos los españoles. Un bloqueo que está teniendo consecuencias en todo el sector, especialmente en el de las frutas, verduras, hortalizas y productos cárnicos. De hecho, si la situación no varía, las empresas de alimentación españolas más afectadas tendrían que plantearse una alternativa a Rusia que podría estar en China. Un país que ya contribuye a que las exportaciones agroalimentarias españolas hayan crecido por encima del 30 por ciento desde 2008 y sumen cerca de 40.000 millones de euros. Aunque casi todos los sectores se han visto favorecidos por el tirón de los alimentos fuera de nuestro país -animado por la buena fama de nuestra gastronomía y por los turistas que luego reclaman nuestros productos en sus países de origen- son el aceite de oliva y el vino los que más adeptos encuentran fuera de nuestro país. En el mercado nacional, las buenas noticias llegan desde los sectores de los refrescos y la cerveza, que mejoran sus ventas; desde la hostelería, que tras 72 meses de caída abandona los números rojos en sus ventas, y desde nuestras alimentarias más potentes. En esa lista figuran Galletas Gullón, fiel a su política de innovación; Ebro, que sigue siendo la empresa española más internacional de su sector; o García Carrión, que gana peso dentro y fuera de España, incluso con su cava Jaume Serra saliendo así ileso, al contrario que sus competidores, del boicot que desde el resto de España se ha hecho a algunos productos catalanes por efecto de la consulta del 9N en Cataluña. A éstas se suman algunas de las internacionales como Danone, que ha vuelto a sorprender con nuevos productos, o Unilever, que incluso ha puesto una pica en la hostelería y en la franquicia con sus heladerías Hapiness Station inspiradas en Frigo. Mientras, Campofrío ultima su nueva estructura tras la entrada en su accionariado de mexicanos y chinos, Coca-Cola trata de recuperarse de la mala prensa que ha cosechado con sus más que sonados ERE, y las bebidas espirituosas tratan de levantar cabeza tras más de seis años de caída en sus ventas. De cara a los meses venideros, el sector lácteo es uno de los que se enfrenta a los mayores retos de la industria, por el fin de las cuotas lácteas en la Unión Europea. Un final que para algunas explotaciones ganaderas es una puerta abierta a la exportación y para otros una condena a su desaparición.