Europa y Rusia mantienen una guerra soterrada por el suministro de gas que, poco a poco, va saliendo a la luz en forma de amenazas por la crisis de Ucrania. La CE puso en marcha el pasado mayo unos test de estrés para verificar la preparación de los países miembros ante un corte de suministro de gas este próximo invierno y la conclusión ha sido la esperada: Europa no está preparada. Según los datos presentados Bulgaria, Rumania, Serbia, Macedonia, Bosnia, Lituania, Estonia y Finlandia podrían ver reducido en un 40 por ciento su capacidad de suministro, Hungría un 30 por ciento y Polonia un 20 por ciento si se produce una crisis que dure alrededor de seis meses. Bruselas ha desvelado que a lo largo de septiembre y octubre varias compañías han reportado cortes de suministro desde Rusia, lo que supone un factor de inestabilidad para la CE. No obstante, explica que se han producido varios encuentros, en los que ha participado el todavía comisario Gunter Oettinger, que han encarrilado una solución al conflicto para este invierno y que está pendiente de los vistos buenos de Moscú y de Kiev. Bruselas ha lanzado una serie de recomendaciones para hacer frente a esta amenaza y que pasarían por incrementar las interconexiones, reforzar el seguimiento de las infraestructuras estratégicas, así como la ejecución real de los principales proyectos, entre los que figuran las nuevas regasificadoras de Klaipeda (Lituania), Swinujscie (Polonia) y el interconector de Hungría.