La banca engorda la hucha de capital en 10.934 millones desde finales de 2013 El comienzo de cambio de ciclo en la economía y los futuros requerimientos europeos para la banca alteran sus prioridades. Mientras la morosidad, aún sin dejar de ser preocupante y gravosa, da síntomas de iniciar el camino a la baja y alienta una ligera apertura del crédito, la solvencia ha vuelto a saltar a los primeros lugares entre las tareas a atender, según se deduce de las últimas estadísticas del Banco de España. Con el arranque de 2014, el pico de los impagos podría haber quedado atrás. Los créditos irrecuperables o de difícil cobro tocaron máximos en 197.235 millones de euros como broche de 2013. Pero tras un incesante y abrupto avance durante seis años de crisis -en 2008 apenas ascendían a 63.057 millones-, comienza a decaer. En enero, el saldo menguó en 52 millones y en febrero en otros 2.090 millones. Este declive, que deberá confirmarse en los próximos meses, responde a una capacidad superior de las entidades para recuperar dudosos frente a la entrada de nuevos impagos. El montante continúa siendo preocupante: supone el 13,42 por ciento de la financiación total otorgada a clientes, cuyo saldo continúa a la baja al preferir familias y empresas reducir endeudamiento a contraer nuevas obligaciones, y por la desconfianza de la banca a prestar de forma indiscriminada. La financiación está en 1,45 billones, su saldo más bajo desde 2006, y con caídas interanuales del 6,72 por ciento. Refinanciaciones Parte de la mejora en la alarmante entrada de impagos es atribuible a que el sector anticipó problemas. Obligada por el Banco de España a reclasificar las operaciones refinanciadas, engordó el pasado año la hucha de provisiones en un 29 por ciento después de reconocer que la deuda reestructurada dudosa era de 92.244 millones frente a los 71.660 millones admitidos previamente. El ejercicio afloró entre 20.500 y 23.000 millones solo con la reclasificación de refinanciaciones, convirtiendo al pasado ejercicio en uno de los peores en nuevos impagos con 29.767 millones totales. La tasa de morosidad saltó del 10,43 al 13,61 por ciento en el año. Si se aislase la limpieza del banco malo o Sareb, la tasa podría rozar el 16 por ciento. Según los expertos, la tasa de morosidad no encauzará un ritmo de descensos notable hasta pasados seis u ocho meses desde que la economía sea capaz de generar empleo de forma sostenida, algo que no se espera hasta 2015. No en vano, los apuros de las familias comienzan a hacer estragos en hipotecas, cuya morosidad rebasa el 6 por ciento. La banca tiene bien saneadas las exposiciones ligadas al mundo del ladrillo y las reformas en la ley concursal son susceptible de dar oxígeno a empresas de otras industrias. En hipotecas, la amenaza son las estrecheces en millones de hogares con parados de larga duración que ven extinguirse los subsidios de desempleo y los severos ajustes de salarios decretados por las empresas. Sin embargo, el sector cree manejable, e incluso, mejorable, el saldo absoluto total. Su preocupación número uno es enderezar las cuentas, con mayores fuentes de ingresos y relanzando la financiación. Y en paralelo, han comenzado a aplicarse en la insistente recomendación del Banco de España de recapitalizarse. En concreto, las entidades reforzaron el colchón de capital y reservas en 10.934 millones en los dos primeros meses del año, esfuerzo equivalente a aumentar un 4,75 por ciento los fondos propios. Superar el examen del BCE Una vez saneada la financiación, la solvencia cobra relieve máximo al convertirse en el primer ratio que escrutan los mercados. Su tendencia, a base de reales decretos, ha sido de crecimiento incesante. Si en 2008, la suma de capital y reservas alcanzaba los 161.569 millones, en 2013 ascendía a 218.948 millones. La hucha sufrió, sin embargo, una merma de 48.252 millones el pasado año, no preocupante porque las entidades cerraron el año con la solvencia exigible, pero sí mejorable. El organismo dirigido por Luis María Linde ha puesto el foco en la solvencia y lleva meses conminando al sector a reforzarlo con ampliaciones de capital, otras emisiones o reteniendo beneficios. No en vano, ha extendido un año más las limitaciones al pago del dividendo. El objetivo es superar con holgura las pruebas de salud y resistencia del Banco Central Europeo (BCE) y la autoridad bancaria europea (EBA). En los primeros dos meses, la banca radicada en España ganó 3.713 millones, al recuperar cierta normalidad en provisiones, cifra que supone un 40 por ciento de los 9.280 millones reportado el año previo.