En Brasil, Rusia, India y China se amplía cada vez más la franja de la clase mediaBrick es una palabra anglosajona que significa ladrillo. Sin embargo, en la selva de los acrónimos, los Bric (una sigla que es igual en inglés y en castellano) son los ladrillos del nuevo orden de la economía mundial, es decir, es la sigla de las economías mundiales emergentes: Brasil, Rusia, India y China, según un informe del banco de inversión estadounidense, Goldman Sachs. De esta forma, es muy probable que dentro de 40 años la clasificación del actual G-6, formado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, cambie. Es decir, que entre los seis primeros países, sólo se mantendrán Estados Unidos y Japón, pues los demás serán desplazados por las futuras superpotencias.El informe de Goldman Sachs se realizó hace tres años, y fue entonces cuando se empleó por vez primera el acrónimo Bric. Sin embargo, este periodo de tiempo no es suficiente para poder valorar la coherencia entre las previsiones y la realidad, pues el horizonte de las proyecciones llega hasta un lejano 2050. Aun así, merece la pena revisar las previsiones de todo lo que ha ido pasando desde el momento de su creación hasta el momento actual.Es importante señalar que las cosas siguen según lo previsto, pese a que el crecimiento de los Bric evoluciona de una forma todavía más rápida de lo esperado. Aunque en el caso de Brasil sucede lo contrario. En este país la tasa de desarrollo del año pasado ha sido más lenta de lo que se tenía pensado. En concreto, el crecimiento fue de un 2,5 por ciento en lugar del 4,2 por ciento. Una cifra muy similar a la de este año. Sin embargo, en los demás ladrillos -Rusia, India y China- el crecimiento económico, desde 2003 hasta la actualidad, ha estado siempre por encima de la ya elevada tasa que preveía el informe de Goldman Sachs.Los 'Bric' se hacen un hueco¿Hay que resignarse, pues, a que los viejos países industrializados bajen del podio y dejen sitio a los recién llegados? ¿Qué es lo que podría invalidar estas conclusiones? Lo cierto es que podrían ocurrir muchas cosas. Uno de los ejercicios más peligrosos a la hora de hacer previsiones es la extrapolación de las tendencias. En los años 60, en el Departamento de Economía de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) se utilizaban unas tablas con la evolución de los índices según las diversas tasas de crecimiento. Por aquel entonces, los ordenadores no existían y estas tablillas eran muy útiles.En un momento determinado, se tuvo que hacer una nueva edición para poder acomodar las cada vez mayores tasas de crecimiento japonesas, que en algunos sectores industriales habían superado el 35 por ciento anual. Si desde entonces hasta ahora se tuviese que extrapolar el ritmo de crecimiento de la economía del Sol Naciente, hace ya tiempo que la economía japonesa habría superado a la estadounidense. Esta lección también vale para la situación que se vive actualmente.El futuro de la economíaEn los próximos lustros podrían pasar muchas cosas. Por ejemplo, que el desarrollo económico impulse reivindicaciones de orden político con posibles incidencias negativas en el crecimiento de las inexistentes democracias de Rusia y de China. En India y en Brasil ya hay democracia, pero por lo que al primer país se refiere, un famoso economista hindú, Lord Desai, dijo: "Para mantenerse estable, India debe seguir siendo caótica". Con esto quería decir que el país asiático es tan diferente -con tantas etnias, castas, ricos y pobres, y tantísimas afiliaciones políticas y religiosas- que su crecimiento se situará siempre en el filo de la navaja. Además, las diferencias de rentas son tan grandes que no es fácil saber qué va a suceder cuando las masas comiencen a salir de la pobreza en la que se han visto sumidas durante tantos años.El mismo problema, pero en menor medida, se da en Brasil. El crecimiento, precisamente porque derrota a la abúlica resignación y da esperanza de salir de la pobreza, hace renacer incluso aspiraciones de afirmación política y de reformas radicales que atentan contra los intereses constituidos.En definitiva, la famosa ley de Murphy -si algo puede salir mal, saldrá mal- también puede aplicarse a estas proyecciones que abarcan 40 años.Al mismo tiempo, es justo afirmar que las razones de fondo que favorecen la explosión del crecimiento de las economías de los Bric (afirmación de los valores del mercado, mano de obra barata, fácil trasferencia de tecnología y buenos sistemas educativos) son sólidas y por lo tanto seguirán ejerciendo una fuerza de tracción fuerte y continua. De hecho, es posible que el crecimiento no sea tan vivo como se pensaba, pero, en cualquier caso, será más alto en comparación con los países viejos, por lo que el cambio de orden en las clasificaciones será sólo cuestión de tiempo.Dichos cambios no serán perjudiciales por varios motivos. Primero, porque el surgimiento de clases medias entre los más de 2.500 millones de habitantes de los Bric cambiarán los modelos de consumo de una forma drástica: abrirán grandes mercados a los países desarrollados.Y en segundo lugar, porque el mismo concepto de clasificación de naciones tiene cada vez menos sentido en un mundo globalizado. La cadena de la oferta encierra a los países en redes productivas cada vez más estrechas. La propia economía cada vez es más supranacional y las inversiones en los países jóvenes pagarán las pensiones de los países viejos. El podio de los ganadores nacionales en la carrera del Producto Interior Bruto será, para entonces, una curiosidad estadística.