Las nuevas exigencias de provisiones en refinanciaciones y la crisis tan prolongada están haciendo mella no sólo en las grandes empresas sino también en las familias. Hasta ahora la morosidad hipotecaria subía, pero de una manera controlada. Los hogares hacían esfuerzos extraordinarios para poder hacer frente al pago del crédito para la vivienda. La situación ha variado significativamente en los últimos meses. En muchos casos ya no es posible abonar la cuota mensual. Y en otros, fruto de las mayores dotaciones, la banca ha dejado de refinanciar los préstamos. Ambos factores han elevado la tasa de insolvencias hipotecaria por encima del 5 por ciento en julio, frente al 4 por ciento de finales de 2012. Éste es el mayor incremento de la crisis en este segmento de actividad. Las previsiones, además, no son nada optimistas. Los expertos calculan que dé el salto antes de fin de año hasta más allá del 6 por ciento. Uno de ellos es la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (Afes), que ven la ratio de insolvencias hipotecarias por encima de este umbral. La subida también obedece a un menor volumen del saldo total ante el cierre del crédito por parte de las entidades. La financiación se ha cortado para todos los sectores y segmentos, aunque no con la misma intensidad. Pymes, las grandes afectadas Los más afectados son las pymes. Los créditos a las pequeñas y medianas empresas ha descendido un 66 por ciento desde el inicio de la crisis, según un informe elaborado por Bain & Company y el Instituto Internacional de Finanzas (IFF), que también señala que en nueve de los últimos dieciséis trimestres los bancos españoles afirman haber endurecido los criterios de aprobación de préstamos. Además, el estudio destaca que ha aumentado el diferencial en los tipos de interés de las pymes españolas, irlandesas, italianas y portuguesas. Así, en la actualidad, una pyme en España paga un 5,2 por ciento de interés, mientras que una alemana se financia a un 2,9 por ciento.