Puede que la crisis haya debilitado al país, a las empresas, incluso a las personas, pero "no ha debilitado el compromiso de las empresas con el medio ambiente". Avelino Brito, director general de la Asociación Española de Normalización y Certificación (Aenor), pone en valor el papel de la certificación en general -"por su capacidad para apoyar la competitividad de las organizaciones"- y de la ambiental en particular, una actividad que Aenor lidera en nuestro país. La entidad impulsa, a través de sus actividades, un modelo de desarrollo sostenible que "combine la eficacia económico-financiera con la gestión ambiental y la gestión ético-social". Y aunque la reducción de la actividad económica se deja notar, entre otras cosas "porque hay menos empresas, y muchas han visto reducida su producción", para el diretivo, el compromiso con el medio ambiente se mantiene intacto. ¿Eso significa que la crisis no se ha dejado notar en la certificación ambiental? Estamos notando una disminución en el número de certificados porque la actividad es menor, pero esa disminución no es mayor en el ámbito de la certificación ambiental. De hecho, precisamente por eso tienen mucho más mérito las miles de auditorías que hacemos. A pesar de los tiempos tan difíciles, las empresas siguen manteniendo su certificación medioambiental, y ya tenemos más de 5.000 certificados, por ejemplo de ISO 14001, que es la norma que establece los requisitos para implantar un Sistema de Gestión Ambiental. ¿Es uno de los más importantes? Es el estándar internacional de gestión ambiental, el que permite sistematizar los aspectos ambientales que se generan en cada una de las actividades que se desarrollan en una organización. ¿Qué papel ocupa España en la certificación ISO 14000? Somos el segundo país de Europa y cuarto en el mundo por el número de certificados. Lo cual tiene mucho mérito. Tampoco es un caso aislado, España lidera tradicionalmente los rankings en materia de implantación de las normas y certificación. Las empresas hacen un esfuerzo que merece la pena ser destacado. ¿El medio ambiente sigue siendo un sector con futuro? Es difícil constatar la evolución de un sector tan diverso y tan transversal, pero la actividad medioambiental ha crecido en los últimos años y va a seguir creciendo. Y por muchas razones: primero, por las tradicionales, porque hay una sensibilidad social enorme en todo el mundo, una sensibilidad que está creciendo en nuetro país. Además, hay una demanda social y un marco legislativo europeo muy exigente en la materia. A ello hay que sumar la necesidad de ahorrar dinero, de reducir los costes, energéticos, por ejemplo, que en España son caros. Y hay una razón más, y es que ofrecen oportunidades tecnológicas y empresariales. Ante un problema medioambiental se crea un nicho de oportunidad de negocio. ¿Cuántas normas relativas a sostenibilidad hay en la actualidad? Que sean específicas de medio ambiente y sostenibilidad, unas 900, la mayoría de medio ambiente. Son muchas si tenemos en cuenta que el proceso de hacer normas medioambientales se remonta a hace apenas 20 años, y la primera norma ISO 14000 tiene poco más de 15. Es un gran progreso en materia de normas. ¿Qué normas destacaría? Una de las normas de moda es la de Sistemas de Gestión Energética, la ISO 50001. Otro concepto novedoso muy interesante es el de las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP). Tenemos una norma, la 15804, que es la primera relativa a un concepto nuevo muy complejo, que creo que todavía le quedan unos años para su desarrollo pleno. En síntesis, pretende que se sepa toda la información relativa a un producto, todo su ciclo de vida, desde una perspectiva mediomabiental, por medio de una declaración, fiable y verificable, que hace el fabricante. Y hemos hecho cosas muy interesantes en el ámbito de la certificación del Ecodiseño. Nuestra norma Gestión Ambiental del proceso de Diseño y Desarrollo sirvió de base para hacer la norma internacional. ¿Qué busca una empresa cuando certifica su huella de carbono? Busca un conjunto de cosas. Por un lado está la obligación legal de controlar su impacto en el caso de determinadas empresas. Es clave para las que están comerciando con derechos de emisión al amparo del Protocolo de Kioto. También lo es si una empresa aspira a aparecer en los índices de sostenibilidad internacionales. ¿Qué labor realiza relativa al Protocolo de Kioto? Aenor es un actor mundial destacado, somos la sexta entidad operacional designada en el Protocolo de Kioto, la primera española. Desde entonces hemos sacado adelante unos 400 proyectos, y formamos parte del grupo de 10 entidades que estamos calificadas para todos los sectores. Respecto al papel del Protocolo de Kioto, está resultando clave a la hora de generar una conciencia colectiva. Hay más de 7.000 proyectos en el mundo que sirven para reducir los gases de efecto invernadero, para transferir tecnología de países más avanzados a los menos desarrollados, para canalizar ayudas a las comunidades locales. Es importante que las empresas sean conscientes de lo que se juegan con la normalización. Si no se cuida el impacto medioambiental, no tienes marca. Aenor ha superado las 30.000 normas, ¿qué impacto tiene esa cifra en la economía? La normalización tiene un impacto en torno al 0,9 por ciento del PIB. Pero esa no es su mayor aportación, lo cierto es que implica valores cualitativos innegables y con una contrapartida económica muy baja. Desde este punto de vista, la aportación de la normalización a la economía es enorme. No es causualidad que los países más prósperos económicamente tengan excelentes sistemas de normalización. Y además lo utilizan como herramienta de país y de Estado. Tampoco es casualidad que las grandes empresas tecnológicas tengan unos departamentos de normalización potentes. Además, en el seno de la normalización es donde se libran las verdaderas batallas de negocio sobre la tecnología de los productos que van a llegar al mercado. Su impacto es tremendo.