El Banco de España, obligado por Bruselas, estudia mejorar su supervisión En la crisis financiera, no sólo han caído las entidades más débiles, sino que el prestigio del Banco de España ha salido seriamente tocado por la serie de errores y retrasos que evitaron una solución más eficaz y rápida de la crisis. Ahora, el Banco de España, en cumplimiento del Memorándum de Entendimiento (MoU) de Bruselas, cambiará algunos de sus métodos de supervisión para salvar las críticas que le habían dedicado desde el exterior. Según el documento remitido a las autoridades europeas el pasado octubre, pero hecho público ayer, el grueso de la reforma se basa en extender la inspección in situ, es decir la visita del inspector del Banco de España a las instalaciones de la entidad de manera estable, a las entidades "relevantes". Hasta ahora sólo se había implantado este modelo en el Santander y BBVA. En esta categoría ahora, según el informe, sólo estarían excluidas las pequeñas entidades financieras, como las dos diminutas cajas supervivientes, las filiales de bancos extranjeros, cooperativas de crédito, las financieras y pequeños bancos. Es decir, que más del 90 por ciento del sistema estaría supervisado de forma permanente por un equipo inspector desplazado. En las pequeñas, y según las necesidades, se podrían realizar estas prácticas con una periodicidad de tres años. El Banco de España advierte que la adopción de este sistema supondrá una mayor necesidad de recursos humanos. Así, recuerda que en el Santander hay 45 inspectores que hacen un seguimiento continuado de su actividad, mientras que en BBVA este número alcanza los 35. También habla de que en este sistema es usual que el inspector esté ligado durante años a una entidad concreta, lo que mejora el conocimiento y la especialización, pero también advierte que con esto se resta flexibilidad al procedimiento, por lo cual deja la puerta abierta a una rotación de los técnicos, de tal forma que cada cierto tiempo y en función de su cargo irían cambiando de entidad. El Banco de España, para confiar en que la mayor parte de los males de su deficiente actuación durante la crisis se solvente con la inspección in situ argumenta que en el pasado la corrección de actuaciones sugeridas por los inspectores, fueron corregidas de manera satisfactoria una vez que fueron comunicadas de forma verbal. El supervisor afirma que este método agiliza los procedimientos, si bien advierte que debería documentarse de forma periódica para que quedaran documentadas. Sobre uno de los aspectos que causó más fricciones con el anterior gobernador, la diferente opinión de los inspectores con la cúpula de la Dirección de Supervisión y del banco, el documento afirma que si existe una opinión diferente entre el inspector que elabora el informe y el jefe del grupo, el director general deberá informar a la comisión ejecutiva de esta discrepancia. Explica, que esta circunstancia, pensada para que llegue la opinión del inspector a los responsables últimos que deben decidir sobre qué exigir a la entidad se basa en una circular del Banco de España de 2011 y según afirma desde su entrada en vigor "no ha existido discrepancia alguna de criterio". Una afirmación que contrasta con lo que sostienen buena parte de los inspectores. Por otro lado, otra vieja aspiración de los inspectores, como es el establecimiento de un procedimiento escrito de inspección, donde se regule la función de los técnicos inspectores, su acceso y la responsabilidad de cada uno en los procesos de inspección no se nombra en el informe publicado ayer. Tan sólo se hace unas breves referencias para mejorar la SIGAS, que no es otra cosa que una base de datos. El informe elaborado para cumplir con las exigencias de Bruselas es el fruto de una comisión interna que ha estado dirigida por el consejero Ángel Luis López Roa y en la que también han intervenido dos expertos extranjeros procedentes del Banco de Holanda y el de Francia, así como la Asociación de Inspectores de entidades de crédito y de ahorro. Este informe debe ser validado por la troika, es decir, Bruselas, FMI y Banco Central Europeo (BCE). Hasta entonces, son las recomendaciones que el Banco de España sugiere para mejorar el sistema de inspección. Esta reforma se produce después de que el supervisor español recibiera, no sólo análisis para mejorar la supervisión, como el de Oliver Wyman, sino duras críticas de organismos internacionales, analistas, sector financiero, expertos y , desde dentro de su propia casa, un reproche permanente de la inmensa mayoría de inspectores. Una de las más duras fue la realizada por el FMI en su informe sobre la situación financiera de España realizado el pasado año. El organismo multinacional afirmaba que tras examinar algunos ejemplos de actividades de inspección, éstos "revelan la minuciosidad del proceso y la identificación de los riesgos fundamentales" así como su comunicación a la dirección del Banco de España. Sin embargo, detectaba una ruptura con la cúpula, ya que a ella le atribuía una serie de deficiencias, como la lentitud, y unas medidas correctoras pesadas y no aplicadas oportunamente.