El cese de la actividad será en julio de 2013 y las compañías tienen ocho meses para estructurar el fin de la plantaDicho y hecho. Iberdrola y Endesa, propietarias de la central nuclear de Santa María de Garoña en Burgos, presentaron ayer en tiempo y forma el plan de cierre de la planta. Con esta documentación cumplen con los requisitos del Consejo de Seguridad Nuclear que solicitó estos planes de cara a cómo van a afrontar el cierre de la central en julio de 2013. Las compañías tenían hasta ayer a las 00.00 horas para presentar la documentación requerida y, aunque apuraron los plazos, ejecutaron la amenaza lanzada al Gobierno ante la inminente reforma energética basada en impuestos, principalmente a la hidráulica y nuclear. Todo un golpe en la cara después de que el propio Mariano Rajoy enarbolara la bandera nuclear en su programa electoral. El ministro de Industria, José Manuel Soria, ha ninguneado el órdago lanzado por Iberdrola y Endesa, pero estas eléctricas están pendientes de cómo queda finalmente la reforma en el trámite parlamentario. En caso de modificaciones de calado, las compañías podrían recurrir la decisión de cierre, algo que se puede realizar hasta el mismo julio del próximo año, tal como reconocen en Nuclenor, la sociedad formada al 50 por ciento para explotar Garoña. En cualquier caso, la vía negociadora parece nula, toda vez que el Partido Popular no ha presentado grandes mejoras para las centrales en sus enmiendas a la reforma. Además, la complejidad material y de seguridad que rodea a una central nuclear obligan a tomar decisiones con mucho tiempo. En los siguientes ocho meses, Nuclenor debe abarcar el cierre de la planta. Fuentes consultadas por este diario explicaron que el plan de desmantelamiento contempla cómo se va a afrontar el fin de la actividad de la planta desde el puto de vista de la organización, de los recursos humanos, de los planes y actividades de la planta. La documentación presentada ayer se centra en planes de modificaciones de sistemas, de acondicionamiento de instalaciones auxiliares, así como de descargos definitivos y de reducción y eliminación de riesgos. Asimismo, las compañías deberán llevar a cabo el desmontaje de elementos radiactivos. Una de las actividades más complejas a llevar a cabo es el desmontaje y segmentación de los grandes componentes del sistema primario, ubicados en el interior del edificio de contención. Para esta tarea se estima una duración superior a tres años, aunque en total el proceso de desmantelación se puede prolongar más de seis años. De hecho, actualmente sigue vigente el desmantelamiento de la central José Cabrera, situada en el término municipal de Almonacid de Zorita, en Guadalajara (ver gráfico). Estas actividades incluyeron la construcción de un almacén temporal (ATI) para el combustible gastado del reactor, así como otras obras preparatorias. La duración total prevista de las obras de desmantelamiento de Zorita fue de 6 años, los 5 primeros con actividades de desmontaje, descontaminación, demoliciones y gestión de materiales, y el último dedicado a la restauración del emplazamiento. La otra central que fue desmantelada tras el cierre de su actividad fue Vandellós I, en Tarragona, que comenzó su explotación comercial en 1972. Tras 17 años de funcionamiento la planta cesó su actividad en 1989. Las actividades previas al desmantelamiento consistieron principalmente en el traslado a Francia del combustible gastado para su reprocesado.