Se publicó ayer una noticia en el diario francés 'Libération' que eleva a lo absurdo la repercusión del cabezazo de Zinedine Zidane al italiano Materazzi en la final del Mundial de Alemania. En Francia, un grupo ha aprovechado para hacerse famoso utilizando la temática de la agresión para componer una canción del verano. El estribillo no tiene desperdicio: "Atención, es el baile del cabezazo. Cabezazo a la derecha, cabezazo a la izquierda. Zidane ha golpeado, Zidane ha pegado, el árbitro lo ha visto por la tele. La copa se nos ha escapado pero por lo menos nos lo hemos pasado en grande". El caso es que el tema sirve como una metáfora de las 'cantadas' que están llegando de uno y otro lado por el cabezazo en cuestión y los insultos con los que Materazzi calentó al mejor jugador del mundo en el día de su retirada. Por Internet circulan juegos en los cuáles se obtienen puntos cuantos más agresiones se le hagan al defensa transalpino. Pero el sinsentido va todavía más allá. Según el diario sensacionalista británico The Mirror, la madre de Zidane dijo querer ver "los testículos de Marco Materazzi en un plato". Al parecer, el italiano le habría dicho a Zidane que era hijo de una "puta terrorista". Otro que aprovechó para 'cantar' fue Alfredo Di Stefano, el presidente de honor del Real Madrid y considerado uno de los mejores jugadores de la historia, grupo en el que también ha entrado por derecho el propio Zidane. El argentino dice que él "le habría roto la cabeza" al italiano. Y para completar el conjunto de despropósitos, Joseph Blatter, el presidente de la FIFA lanzó ayer un mensaje en el que insinuaba que le podría retirar al francés el Balón de Oro del Mundial. "El comité ejecutivo de la FIFA tiene el derecho de intervenir cuando esté en peligro algo tan importante como la ética deportiva", dijo. Lo curioso es que el citado premio se decide en función de los votos de los periodistas. Pero eso a Blatter no le importa, si hay que desautorizar a los medios sobre la marcha se hace. Para esto dirige esta asociación que es algo así como las Naciones Unidas del fútbol, pero con poder real y mucha, muchísima influencia. Los insultos de Materazzi son lamentables, pero ese tipo de comportamientos, por desgracia, son comunes en el mundo del fútbol. Por suerte, no se escuchan y se quedan en el campo, con lo que el mal ejemplo no llega a los aficionados. Por eso y porque sería muy difícil comprobar la veracidad del insulto no se sanciona al infractor. La agresión sí se ve y no puede quedar impune. Por muy Zidane que sea. Si hubiera sido cualquier otro jugador, el tema habría muerto en los vestuarios.Más deporte en el blog Pelotazos de www.eleconomista.es