El crédito no remonta. Pese a las esperanzas del Gobierno de una reactivación de la financiación tras la aprobación de las reformas en el sector, el dinero sigue sin llevar a la economía real. El grifo continúa cerrado y los expertos, como el propio sector, vaticinan que se mantendrá así durante un tiempo. Las cifras del Banco de España reflejan una caída histórica, que supera ya el 5 por ciento interanual. Nunca hasta ahora se había visto un descenso tan abultado en los préstamos que concede el sector a empresas y familias. Otra cosa distinta es lo que sucede con la otorgada a administraciones públicas. Desde que comenzara la crisis los créditos a los organismos dependientes del Estado se han disparado. Crecen un 27 por ciento. En los últimos meses ha elevado el ritmo de subida por la participación del sector en la línea de proveedores a los ayuntamientos para pagar las facturas impagadas. La caída de la financiación se ha visto penalizada, no sólo por la fiebre ascendente de la morosidad, sino también por el constante endurecimiento de los requisitos de capital y provisiones. Las entidades se ven obligadas a depositar en una hucha cada vez más recursos por el volumen de inversión crediticia, por lo que se ven forzadas a cortar la misma para disminuir el volumen de dotaciones y fondos propios de primera categoría. Para ello han endurecido las condiciones para la concesión de préstamos con umbrales de endeudamiento superiores y con tipos de interés muy superiores, con el objetivo de convertir a los clientes en 'insolventes' y, así, denegar el crédito. Pero también es cierto que la bajada de la actividad económica, como consecuencia de la recesión, ha provocado un desplome en la petición de dinero a la banca. En los últimos años el sector se ha defendido de los ataques recibidos desde distintos ámbitos por el cierre del grifo asegurando que han mantenido el nivel de concesiones en un 80 por ciento a empresas y hogares solventes. Es decir que sólo rechazan un 20 por ciento de los mismas. Los expertos sostienen que los grandes paganos han sido las pequeñas y medianas empresas y los autónomos. Las grandes compañías siguen consiguiendo financiación, aunque esta sea más cara. Las entidades no quieren oír ni hablar de quiebras de grupos con elevadas deudas. Entre las soluciones que se aportan son las llamadas refinanciaciones, que dan un balón de oxígeno para evitar el cierre de las puertas de manera definitiva. Estas operaciones son menos habituales entre los clientes con pequeñas deudas. Y prácticamente inexistentes en los hogares, aunque sí se dan facilidades como las reunificaciones de distintos créditos. La crisis, por la insolvencia de las familias y de los promotores, han llenado los bolsillos de las entidades de pisos y suelo, que ahora se tienen que desprender a precios de saldo. Un tarea, por ahora, muy complicada.