"España, es un país serio, solvente, que está pasando el peor momento de la crisis". Ángel Cano defendía ayer un país que "debe seguir" la línea reformista y necesita tiempo para que se vea los resultados de las medidas adoptadas, pero cuenta con bases sólidas. Sin embargo, ni el mercado lo ve ni las agencia de rating lo ponderan. Y un efecto de la depreciación encadenada por las agencias de calificación a todo lo español lo sufre la banca española y entidades como BBVA, aún cuando la inmensa mayoría de sus cuentas las genera fuera. Cano reconoció ayer la salida de 6.000 millones de euros en depósitos que tienen vinculada su estrategia de tesorería a las calificaciones de crédito y repatrían o recogen sus ahorros cuando la entidad bancaria pierde determinada calificación. Sin embargo, BBVA se las ha ingeniado para contrasrrestar esa fuga. En el semestre captó 2.700 millones en depósitos de particulares y otros 1.700 millones en pagarés, inversión a la que ha ido migrando parte de los ahorros que antes se alojaban en imposiciones a plazo al poder ofrecer en ellos mejores retribuciones. El BBVA, que tiene 8.000 millones en pagarés, ratificó su decisión de no entrar en guerras de pasivo por el ahorro de los particulares (oferta 60 puntos básicos menos que la competencia). También mantendrá su política de dividendo y no emulará a Telefónica ni planea cambiar el esquema retributivo de la dirección, toda vez que durante la crisis ya han visto reducidos sus emolumentos entre un 20 y 40 por ciento al encontrarse ligadas a los resultados de la entidad. Lo que sí ha reducido BBVA es exposición a España: su cartera de deuda desciende de 27.500 a 26.000 millones en el segundo trimestre.