Extremadura, Galicia y Castilla y León aceptan el desequilibirio del 0,7% en 2013Rajoy sacó el látigo y consiguió domar a sus barones, que mañana acudirán al Consejo de Política y Fiscal y Financiera (CPFF), como los de Fuenteovejuna, o "haciendo piña", que dijo el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti a su entrada a la sede nacional de Génova. Hasta los "comuneros" de Castilla y León y Extremadura y el crítico gallego se plegaron a los deseos del "gran jefe" y mañana no sólo aplaudirán ese objetivo de déficit inamovible del 0,7 por ciento para 2013, sino que cerrarán filas con Montoro, aunque les pese, frente a las veleidades de las autonomías socialistas y nacionalistas. Las palabras del presidente extremeño, José Antonio Monago, aclarando que " ahora no es el momento de hablar de qué hay de lo mío, sino que toca hablar de lo que nos une a todos", resumían lo acontecido en esta cumbre del Partido Popular, convocada única y exclusivamente para evitar las "espantadas" habidas en la anterior reunión del CPFF. Había que lanzar una imagen de unidad ante la opinión pública, unidad frente a los recortes y unidad en el compromiso con la reducción del déficit público. Y allí estuvieron todos. Con María Dolores de Cospedal y Javier Arenas, sentados a la derecha e izquierda, respectivamente, de Rajoy. Y con ellos, Esperanza Aguirre, Alberto Núñez Feijóo, Juan Vicente Herrera, Luisa Fernanda Rudí, Pedro Sanz, el ministro Soria como presidente del PP canario, Ignacio Diego, los citados Monago y Basagoiti y, cómo no, los "rescatables" de Valencia y Murcia, Alberto Fabra y Ramón Luis Varcálcel. Y todos al final posaron en una obligada foto de familia, junto a los vicesecretarios del partido, Carlos Floriano y Esteban González Pons, y a los portavoces parlamentarios del Congreso, Alfonso Alonso; Senado, José Manuel Barreiro; y Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja. Eso sí, después de haber firmado un manifiesto apoyando el cumplimiento de los objetivos de déficit y de estabilidad presupuestaria. Una cumbre que, como ocurre últimamente en casi todos los actos del Gobierno y del Partido Popular estuvo protegida por un amplio contingente policial. Cinco furgones de antidisturbios custodiaban la sede de Génova, lo que no sirvió para impedir que algunos de los "barones" fueran increpados por grupos de funcionarios que se manifestaban en las inmediaciones. A Rajoy, mientras, fiel a su política informativa de mutismo ante los medios, ni se le vio, ni se le oyó.